Era la llama andante de la Revolución. Es la llama en la mano de todos nosotros. Era el hombro que sostiene la tempestad. Es el árbol desnudo de todo fruto ocioso.
Vamos a condensar el humo de nuestro cuerpo para darle materia al tiempo, para no ser tan pronto un recuerdo, para vivir encendiéndonos.
Su muerte viva nos llama a todos, es la llama que anuncia el fuego nuevo, es la participación necesaria y dichosa para no morir de sueños.
La abolición de la noche pero no de las estrellas. Todo lo que haya de luz en nosotros, que oiga y que vea. Que vea y que oiga, que oiga y que vea.
Bolivia es Bolívar y el Sol es Bolívar. Los Andes amontonan la soledad de la altura y la aglomeración de la selva sesiona día y noche. Ideas. Acciones. La selva está allá abajo con sus fábricas de vida y en muy altos subterráneos se construye la muerte. Campesino y minero: en tus manos ha dejado su sangre el que lo quiso y el que lo quiere, el que lo quiere siempre, el que aunque tú no llegues él siempre viene.
Estamos en la aurora de los pueblos que quieren ser un solo pueblo. La Cruz del Sur abre la luz de sus brazos. Queremos ser un solo deseo. Ella se arroja a nuestro pecho desde el Techo magnífico de Bolivia. Nos mataría si no nos diésemos prisa en trabajar por éstos, por esos y por aquellos.
Necesitamos ser todos los pueblos. Bolívar y san Martín y el Che Guevara son los ejemplos.
Lomas de Chapultepec, 1967.
Las estrofas a José Martí
Estás, adolescente, encadenado. Estás, joven maestro, desangrado. Estás, íntimo sol, abanderado.
Entre cañaverales, la estatua sudorosa de algún negro bebe tu nombre fino de cristales. Todo el mar de la isla se congrega al hilo de tu nombre y con los blancos niños de tu palabra juega.
¡Con cuánta holgura cabe tu sombra bajo la tarde de tu ternura! El ángel de la guerra habla y desde cualquier nube la lucha entabla.
Se oye la tierra bien predispuesta al mar y al sol de fuego planta en el aire tu sueño andariego.
La estrella solitaria de tus ojos salta de un cielo a otro soltando águilas rojas entre sus vuelos rojos. Tu mirada estrellada de amanecer de potro.
La independencia juvenil y tan cubana y tan gentil que hay en un poeta fusilado.* Se oye en su pecho encantado la pequeña legión de un tamboril.
¿Adónde con la muerte va tanta vida? Una vez más mi América se juega su suerte; Águila o sol levantan el vuelo en noche escondida.
¡Cuánta vida a caballo en un instante va a morir! ¡Cuánta manera de vivir esa sangre al galope tuvo en su trueno atlante!
La música por dentro llevada y tan oída, que un Continente entero la encuentra toda al centro de un cielo libertad a todos encendida.
Te necesito en esta hora en que la militarada una vez más a Bolívar destierra.
Te necesito en esta hora en que el cadáver de Sandino en mi corazón se quema.
Te necesito en esta hora en que el petróleo y el estaño han principiado a entrar de nuevo en mis venas.
Te necesito en esta hora en que mi lengua cristiana pregunta a los ricos por tanta miseria.
Te necesito a esta hora de horizontes que huyen y el horror glorificado por la ciencia.
¡Líbranos de la ciencia en manos de los déspotas y de los millonarios!
Tu boca llena de Dios, tu heroica decencia nos haga esbeltos ríos con generoso estuario. Que la América mía se unte de tu presencia y haga de tus palabras su nuevo abecedario.
Hermosa vida tuya tan joven como el cielo cuando una estrella nueva le da nuevo lugar. Yo te he seguido en México sin que tú lo sospeches y he tenido la dicha de ponerme a llorar.
¿Qué amistad es la tuya que en la América mía electrifica el aire de extraña simpatía? Y tiene tu maestría la actitud fraternal del agua cuando toma la forma de cristal.
Y sí; tu gloria es grande, pero tu corazón tiene un pájaro preso y un color de embeleso sale al joven aroma de su dominación.
Yo te digo maestro, pero no sé por qué se me ocurre tomarte del brazo y todo fe al fuego de tus ojos de horizonte naval confiarte mis angustias tan llenas de esperanza, y en mi desesperante pasión por la bonanza de América, mirarte sonreír matinal
Bueno, después de todo, qué profunda alegría saber de ti. Releo tus libros. Tu retrato honra mi casa. Eres Poema y poesía. ¡Qué gusto de sentirme suela de tus zapatos!
Tal vez en nuevo día te encontraré en Caracas delante del sarcófago del Héroe sin segundo, te escucharé: ¡qué idioma que entre diamantes sacas! (Libertad, Dignidad: Me opondré a las resacas de la marea helada que hace crujir el mundo.)
*Juan Clemente Zenea.
Las Lomas, a 20 de enero de 1953