Londres. El duque de York afrontará como simple “ciudadano privado” la demanda por violación y abuso sexual de una menor de edad, tras perder sus honores militares y patrocinios reales en una decisión acordada por su madre, la reina Isabel.
La monarquía británica ha roto con el príncipe Andrés. Isabel II aprobó el último acto en la humillación pública del duque de York, que le ha obligado a “devolver” sus rangos militares y privilegios honoríficos. El hijo favorito de la reina, según coinciden los corresponsales palaciegos, tampoco podrá utilizar la distinción de “su alteza real”.
Abuso sexual
La orden de distanciamiento se anunció después que un juez de Nueva York diera luz verde a la querella por abuso sexual y daño emocional de Virginia Giuffre (de soltera Roberts), en 2001. Los abogados del príncipe intentaron abortar por todos los medios legales a su alcance este procedimiento civil, que ha hundido la reputación del demandado y amenaza con socavar el prestigio de la monarquía británica.
Andrés niega las acusaciones y seguirá batallando para limpiar su nombre, según declaran sus allegados. Pero afrontará el proceso sin el apoyo público de su madre ni de sus dos herederos directos, los príncipes Carlos y Guillermo. “El duque continuará sin desempeñar funciones públicas y está defendiendo el caso como un ciudadano privado”, confirma el comunicado del Palacio de Buckingham.
Giuffre, de 38 años y madre de tres hijos, alega que el príncipe la violó y le forzó a cometer actos sexuales en Londres, Nueva York y una isla del Caribe. Sostiene en su demanda civil que Andrés sabía que era menor de edad y esclava sexual.
Trama pederasta
Estos dos últimos escenarios están relacionados con el magnate Jeffrey Epstein, quien murió en prisión mientras aguardaba un segundo juicio por prostitución y tráfico sexual de menores. El primero se trata del apartamento de Ghislaine Maxwell, que acaba de ser declarada culpable por un jurado estadunidense de reclutar y abusar de adolescentes en la misma trama de su amante pederasta.
“El príncipe Andrés se involucró en actos sexuales con la demandante, invitado por Epstein y Maxwell, sabiendo que era una víctima de tráfico sexual a la que forzaban a cometer dichos actos”, detalla el escrito legal.
Andrés nunca ha ocultado su amistad con la pareja e incluso se hospedó en la mansión de Epstein en Nueva York, en 2010. Esa visita, que tuvo lugar cuando el millonario financiero ya constaba en el registro de pederastas, fue el inicio de la cuesta abajo del hijo de la reina que ganó fama de playboy en su juventud y al que se le relaciona con un sinfín de amistades peligrosas.
Acuerdo o juicio público
Las alegaciones contra Andrés surgieron en 2011, con la publicación de una fotografía del príncipe abrazando por la cadera a una sonriente jovencita y con su amiga Maxwell en un segundo plano. Luego llegaron denuncias en documentos legales en 2015 y, por fin, la querella ahora en marcha que Guiffre presentó en un juzgado de Manhattan el pasado agosto.
La decisión judicial anunciada esta semana refuerza la posibilidad de que el vergonzoso embrollo se dirima ante un jurado en una vista civil. Pero muchos expertos argumentan que la opción menos mala para la monarquía inglesa pasa por un acuerdo extrajudicial de compensación.
Verdad y justicia
Sin embargo, no está asegurada la disposición de Giuffre a aceptar un pacto que se limite a una indemnización millonaria. “Mi objetivo siempre ha sido demostrar que los ricos y poderosos no están por encima de la ley y han de rendir cuentas. No estoy sola en ese camino sino con innumerables supervivientes de abuso y tráfico sexual”, escribió en su cuenta de Twitter tras ganar el último episodio judicial, que le ofrece otra oportunidad de “exponer la verdad”.
Su abogado David Boies explicó a la BBC la importancia de que “este asunto se resuelva de una manera que vindique” a su cliente y a otras víctimas. “No está en absoluto interesada en un acuerdo puramente financiero. Tampoco creo que tenga todavía una idea clara de cuál debe ser la solución”, dijo el letrado.