La voz de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no solamente se hace presente a través de sus autoridades y académicos más reconocidos. La voz universitaria surge desde sus más diversos ámbitos y expresa la enorme riqueza y pluralidad de su comunidad. Así, a lo largo de la historia institucional es posible identificar posiciones diversas que, si bien manifiestan a sectores claramente definidos y no necesariamente coincidentes, también dan cauce a una suerte de discurso colectivo.
Es el caso de la década de 1970 en la que, de manera paralela al ascenso de una visión universitaria predominante, surgieron otras voces que pugnaban por una institución con rasgos alternativos. Ya se ha insistido en el enorme influjo de la gestión del rector Guillermo Soberón Acevedo en la definición de un nuevo modelo institucional, pero también es importante reconocer que ello no ocurrió de manera simple. En esa década se expresaron también otras posiciones que planteaban otras rutas o que cuestionaban la ruta del soberonismo.
Es el caso de diferentes expresiones estudiantiles que, en el marco de las reivindicaciones del Partido Comunista –aún en la opacidad– demandaban una “reforma democrática de la universidad”, así como la efectiva integración de estudiantes, profesores y trabajadores en la dirección de los centros de estudio. Otra influyente corriente alternativa durante esta década es la que conformaron diversas agrupaciones políticas y culturales, como la revista Punto Crítico. En esta revista se articuló un significativo grupo de profesores e investigadores, quienes, además de plantear diversas reivindicaciones democráticas y sociales, fueron conformando en el marco de la lucha sindical, una propuesta de reforma universitaria. Así, lanzarían una convocatoria a un movimiento de reforma a través de un Foro Universitario –cuyo órgano de difusión sería la revista del mismo nombre– en los términos siguientes: “Es imperioso que en lugar de la reforma tecnocrática y modernizante del Estado, se implante una reforma universitaria progresista y revolucionaria que haga hincapié en la necesidad de alcanzar niveles académicos elevados, de vincular la docencia con la investigación y a éstos con el proceso de trabajo desarrollado por la clase obrera, los campesinos y demás capas explotadas del país” (“Llamado al Foro Universitario”, junio de 1976).
En el ámbito nacional y desde una posición articulada a las reinvidicaciones sociales de los 70 –algunas de ellas claramente radicalizadas– no podrían dejar de reconocerse planteamientos con repercusiones diversas en las propuestas alternativas surgidas en la Universidad Nacional. Es el caso de un documento de la Liga Comunista 23 de septiembre, centrado en la idea de Universidad-Fábrica (https://issuu.com/periodicomadera/docs/tesis_uf_version_definitiva), así como en el proyecto de Universidad-Pueblo impulsado desde la Universidad Autónoma de Guerrero.
Finalmente, espacios como el Consejo Sindical, el Foro Universitario y el propio Sindicato de Trabajadores de la UNAM, seguirían promoviendo propuestas alternativas a las institucionales y acordes con sus reivindicaciones sociales y laborales: democratización y horizontalidad de las decisiones institucionales, mayor presencia de los diferentes sectores universitarios en los órganos de decisión, ampliación del acceso a mayores sectores sociales y pleno reconocimiento a los derechos sindicales, entre otras.
En los 70, en suma, se expresaron múltiples posiciones en la institución. Algunas ocasiones coincidieron, pero otras veces quedaron enfrentadas y ello tendría efectos en el futuro. La institución se preparaba para entrar a una nueva década en la que aparecerían enormes limitaciones y el desinterés gubernamental por la educación superior pública.