Con amplia evidencia histórica Giovanni Arrighi insistió en que la capacidad de consenso y liderazgo moral e intelectual en su entorno doméstico es esencial a toda hegemonía internacional. Al desatar la guerra contra Irak, George W.Bush, sin autorización del Consejo de Seguridad por la falta de evidencia de que Irak fue atacante en el 11/S, rompió con la legalidad internacional y fue seguido por sus sucesores. Sería muy grave si esa ruptura fuera ya política de Estado vía la unilateralidad económica o bélica. Para ese entorno acudiré a un trabajo de William Parkin y Diana Priest publicado en el Washington Post ( WP).
Por no pertenecer al Consejo, Alemania dejó constancia de su oposición a la invasión. Francia, que sí está en el Consejo, también rechazó la unilateralidad bélica. Al calor de esa atrocidad, EU transitó, a decir de Immanuel Wallerstein, de un gradual descenso hegemónico a un precipitado declive que se intensifica vía la creciente unilateralidad del tipo presente en los ataques unilaterales de Alemania a finales de los 30.
Esos eventos bélicos son catastróficos y aumentan cuando el declive precipitado gesta la proliferación de burocracias públicas o privadas operando bajo el sigilo del top secret, repletas de descomposición e ilegalidades bajo la sombra de la “seguridad nacional” y de una creciente hipertrofia institucional. A la descomposición interna se agrega la interiorización del caos que aqueja a las guerras “antiterroristas”, lanzadas como castigo colectivo contra sufridas poblaciones agregándose a los impactos que se gestan dentro de EU en lo que va del siglo XXI alrededor de una vasta y multimillonaria operación sui géneris de “seguridad nacional top secret.”
La proyección de poder de la tríada FMI, Banco Mundial, BID es potente. Sus líneas de acción se pliegan a las del Departamento del Tesoro –dueño del Banco Mundial a 51 por ciento–, la Reserva Federal y un gran entramado de bancos y firmas de inversión como Citigroup; Bank of America; Goldman Sachs; Stanley Morgan y Wells Fargo, y un extenso y poderoso grupo de bancos que se coordina con el aparato de seguridad (agencias de seguridad, de inteligencia (espionaje) y el Departamento de Defensa (DoD o Pentágono), es decir, con acciones y operaciones del aparato político, de inteligencia y militar, terrestre, marítimo, aéreo y espacial. El vasto presupuesto federal, que asciende a 6 billones de dólares, el mayor desde la Segunda Guerra Mundial, alimenta así a una vasta burocracia.
Desde el 11/S , el Departamento de Homeland Security prohijó una proliferación de agencias y departamentos dedicados a la seguridad interna y “externa” que se ha convertido en un verdadero Leviathan burocrático para la guerra antiterrorista repleto de contratistas.(Ibidem)
Desde el 11/S casi se triplicó el presupuesto para la llamada comunidad de inteligencia, que incluye a 16 agencias en las que según información recabada por Diana Priest y William Arkin, del Washington Post, se ejecuta en medio de deficiente coordinación y mucha duplicación de funciones. Con el presupuesto para seguridad antiterrorista desbordado en cerca de 75 mil millones de dólares anuales, también proliferan agencias gubernamentales y empresas contratistas para recopilar información y realizar operaciones de tal magnitud que ni la Casa Blanca o el Congreso logran cuantificarlas y menos supervisarlas.
Los resultados de las indagaciones de estos periodistas-investigadoresofrecidos al público en cuatro entregas bajo el título de Top Secret America, sin duda, una mera aproximación a los mil 27 organismos gubernamentalesy mil 931 empresas privadas que realizan operaciones o programas relacionados con el “contraterrorismo”, la “seguridad interna” o la “inteligencia”(espionaje) en cerca de 10 mil ubicaciones y puestos de trabajo, (oficinas, empresas) localizadas a lo largo y ancho de EU (D, Priest y W. Arkin WP, julio 19, 20, 21 y 22 de 2010, Washington).
Alrededor del magno y vigoroso presupuesto se nutre un vasto mercado del “antiterrorismo que incluye salarios, viáticos, gastos especiales para operaciones demasiado sensibles para ser nombradas” (Ibidem-sic) con cerca de 854 mil personas, cerca de 1.5 veces la población de Washington, todas ellas con acceso a información y materiales top secret. Priest y Arking informan que en la zona metropolitana de Washigton existen 33 edificios para labores de espionaje top secret que han sido construidos o están en construcción desde los ataques a las Torres Gemelas y al Pentágono, ocupando un área de 17 millones de pies cúbicos.
Al respecto, los articulistas, seguro que sin mucho esfuerzo, encontraron abundantes redundancias y desperdicio de recursos, por ejemplo, existen 51 organismos federales y comandos militares que operan en 15 ciudades en busca de dinero desde y hacia redes terroristas.
Continuará.