Por sufrir una rinitis alérgica, la cual causa estornudos y flujo nasal, Mariana fue obligada por la empresa en la que trabaja a realizarse la prueba de covid-19.
Esa fue la razón por la que tuvo que esperar 20 horas formada para ser atendida en una unidad del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pese a tener diagnóstico previo de su médico en el que se especificaba su padecimiento y no presentar algún síntoma asociado con el virus.
Desde las 8 de la mañana, bajo un intenso frío, junto a decenas de personas más, Mariana tuvo que esperar bastantes horas para poder ingresar a la Unidad de Medicina Familiar 15 del IMSS que se localiza en la calzada Ermita Iztapalapa, “donde no paraba de llegar gente y si bien te iba podías sentarte por algunos minutos en una jardinera”.
Comentó que entre la fila había quienes habían arribado el día anterior, que se acumulaba a los que iban llegando, que podían ser adultos mayores y hasta mujeres con bebés, “pues el proceso era muy lento”, ya que los grupos de 10 personas aproximadamente podían demorar hasta dos horas en salir, aunado a que había periodos, por ejemplo, entre 12 y 2 de la tarde, en los que se detenía la entrada.
Fue hasta las 12 de la noche cuando pudo ingresar a la clínica. “Llegué al área de farmacia, y ahí otra espera de cuatro horas para la aplicación y resultado de la prueba rápida de SARS-CoV-2”, la cual salió negativa, donde ya había dos filas: quienes esperaban para hacerse el estudio y otra de quienes necesitaban incapacidad, “eso ocasionó que se generaran grescas por la falta de organización, pues ya con el cansancio acumulado y desesperados hubo quienes intentaron colarse a la cola de las pruebas a fin de obtener su incapacidad”.
Por esa razón el personal de salud decidió atenderlos por grupos para evitar altercados, fue así que unos tramitaban las incapacidades y otros las pruebas “cuando eso lo podrían haber hecho desde un principio, porque al parecer quienes hacían las pruebas atendían ambos servicios”.
Mariana señaló que el motivo por el que decidió esperar tanto tiempo, en el que resistió el gélido clima de la noche y madrugada, fue por temor a represalias en su empresa o a perder el empleo. Lamentó que gente que se encuentra en su misma situación haya acudido “porque en los trabajos piden a fuerza el test en el Seguro Social, cuando se sabe de la sobredemanda y que puede realizarse en otro lado, sin exponer al empleado a contraer la enfermedad si no la tiene, o bien que enferme por los bruscos cambios de temperatura a los que están expuestos esperando en la calle”.