Londres. El liderazgo del premier británico, Boris Johnson, enfrentaba ayer su amenaza más seria tras conocerse que su secretario privado invitó a más de 100 personas a una fiesta en la residencia oficial durante un confinamiento por la pandemia del covid-19.
Johnson, quien obtuvo una aplastante victoria electoral en 2019, se ha visto sometido a un intenso escrutinio durante el último mes, tras salir a la luz un video en el cual se veía a su personal bromeando sobre otra fiesta celebrada en Downing Street en la Navidad de 2020.
Las revelaciones sobre una serie de fiestas celebradas en el corazón del gobierno han recibido críticas generalizadas y llevaron a que el líder del opositor Partido Laborista, Keir Starmer, acusara a Johnson de carecer de autoridad moral para dirigir el país.
Esto último, si se ve respaldado por una investigación interna, sería lo más dañino hasta la fecha para el futuro de Johnson, en un momento en que sus propios legisladores muestran señales de perder la paciencia tras una serie de escándalos, mientras los sondeos revelan que el Partido Conservador marcha por detrás de los laboristas.
Johnson y su pareja, Carrie Symonds, se reunieron con unos 40 empleados en el jardín de Downing Street el 20 de mayo de 2020, después de que el secretario privado del gobernante, Martin Reynolds, envió una invitación por correo electrónico usando el pronombre “nosotros”, reportó ITV. El portavoz de Johnson declinó comentar la información.
Entonces los colegios estaban cerrados y en bares y restaurantes regían estrictos controles a la actividad social. La policía sancionó a ciudadanos por celebrar fiestas y nadie pudo despedir presencialmente a sus familiares fallecidos por covid-19.
“Si el premier se saltó la ley dimitirá, ¿verdad?”, preguntó el diputado laborista Ben Bradshaw al tesorero general, Michael Ellis, quien acudió al Parlamento en nombre de Johnson.
“El premier no se va a ninguna parte”, respondió Ellis, quien se disculpó por las molestias causadas.