Algunas cosas buenas sobre la cuarta entrega de Hotel Transylvania: Kathryn Hahn, una actriz de doblaje tan evocadora como lo es en la pantalla; los monstruosos compañeros con las voces de David Spade, Keegan-Michael Key, Steve Buscemi y Brad Abrell; un chiste sobre un malvavisco solitario (en serio); la revelación de que el Hombre Invisible ha estado desnudo todo este tiempo; los 94 minutos de duración, y su fácil acceso en Amazon Prime Video a partir del viernes.
Pero quizás lo mejor de Hotel Transylvania: Transformania es que llega a su fin. Aparentemente, el pozo de ideas para esta propiedad se ha secado y han tomado la sabia decisión de decir adiós. Sin embargo, no han logrado cerrar con broche de oro.
Lo que comenzó como una historia bastante inteligente sobre una relación de padre e hija, los monstruos y la industria hotelera, ha estado en control de crucero desde sus primeros días y se ha ido quedando sin combustible. Es difícil deshacerse de la sensación de que todos actuaron por obligación esta última oportunidad. En realidad, ni siquiera “todos”: Adam Sandler, el principal astro de las tres entregas anteriores como el conde Drac Drácula, logró retirarse temprano. Kevin James también lo hizo.
Esta vez, bajo la dirección de Derek Drymon y Jennifer Kluska, Drac cuenta con la voz de Brian Hull, quien hace un buen trabajo aproximándose al número vampírico de Sandler. Y aunque el personaje ha tenido tres películas para acostumbrarse a la idea de la relación de su hija, no ha evolucionado mucho desde la primera, cuando vio horrorizado a Mavis (Selena Gomez) conocer y enamorarse de un humano, Johnny (Andy Samberg). Desde entonces se casaron y tuvieron un hijo, pero Johnny aún se siente como un extraño, y Drac todavía detesta aceptarlo como parte de la familia. Entonces, en esta entrega producida y coescrita por el creador de la franquicia Genndy Tartakovsky, Drac decide, presa del pánico entre bastidores, no hacer un gran anuncio público sobre la entrega del hotel a Mavis y Johnny.
Johnny, pensando que es su culpa porque no es un monstruo, le pide a Van Helsing (Jim Gaffigan) que lo ayude a cambiar. Funciona. Se convierte en una abominación con dientes, tonta y escamosa, pero todo se torna una locura. Drac se vuelve humano, lo que para él resulta algo patético, como un estereotipo de un estadunidense de vacaciones, y esto genera preguntas incómodas sobre si las transformaciones son o no un comentario sobre los seres de la cinta o la humanidad en general. Se complica aún más por las formas que toman Frank, Murray, Wayne y Griffin: uno es guapo, otro anciano. De todos modos, a nadie le importa permanecer alterado, y todos tienen que viajar por el mundo en busca de un cristal que los devuelva a su forma original.
Es difícil sobrestimar cuán estridente y frenético es todo este esfuerzo. Incluso con la explosión de colores, requiere de un esfuerzo mantener el interés. La maníaca Hotel Transylvania: Transformania no parece ser para padres o niños muy pequeños. Tal vez chicos de 8 a 12 años pueden amar a estos personajes y aceptar cualquier aventura en la que se encuentren, pero esta podría poner a prueba incluso su paciencia.
Hotel Transylvania: Transformania, un estreno de Sony Pictures/Amazon Prime Video, tiene una clasificación PG (que sugiere cierta orientación de los padres) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por “desnudez de dibujos animados, algo de acción y humor grosero”. Duración: 94 minutos. Una estrella de cuatro.