Una fotografía no es necesariamente indicativa de relaciones o complicidades entre quienes participan en ella, sobre todo si la figura principal suele ser solicitada por desconocidos para tales menesteres de imagen. Hay “análisis” políticos o “críticas”, sobre todo en las redes sociales, que se fundan en la descontextualización de esas gráficas y en la ruidosa asignación de interpretaciones mentalistas.
En el caso reciente del gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, hay material suficiente para entenderla como algo más que lo azaroso. Las biografías criminales de las tres personas que aparecen con el ex futbolista profesional en un inmueble relacionado con lo religioso, según un presbítero luego declarante, y la persistencia del predominio de cárteles en la vida morelense, hacen ver a quien fuera gran ídolo deportivo como un personaje con poder formal, pero desprovisto del conocimiento de su realidad, sobre todo en temas tan delicados, o manejado a contentillo por marionetistas que lo hacen posar y reunirse con gente que más bien debería perseguir, o en gozoso ejercicio de complicidades con aspiración de nunca ser develadas.
La estrambótica concesión de poder a un personaje sin experiencia política ni administrativa y con evidentes carencias para el ejercicio de cargos públicos merece reflexión, sobre todo por la constante repetición de casos parecidos en otras entidades. La recurrencia a la “popularidad” o al apoyo económico de factores criminales para inflar candidaturas provoca fuertes daños institucionales y sociales.
Blanco Bravo fue llevado primero como candidato a presidente municipal de la capital, Cuernavaca, por habilidosos negociantes de la política (el Partido Social Demócrata de Morelos) que pagaron para tener un anzuelo deportivo que les diera votos y, de manera proporcional, más prerrogativas económicas. La sorpresa fue que el Cuau ganó, sobre todo por la desesperanza de muchos votantes respecto a los políticos tradicionales, los “profesionales”.
Luego, en la continuidad mercantil, Blanco fue lanzado en 2018 por el Partido Encuentro Social (PES) a la gubernatura del estado, en alianza con Morena y el Partido del Trabajo. El presidente del PES, Hugo Érick Flores, fue nombrado superdelegado federal en la entidad.
Blanco Bravo acumula señalamientos complicados, inicialmente manejado en lo político por quien lo había hecho en lo deportivo, el español naturalizado mexicano José Manuel Sanz Rivera, y luego por su medio hermano, Ulises Bravo Molina (en octubre de 2020 fue nombrado presidente estatal del ya entonces llamado Partido Encuentro Solidario), a quien con insistencia se menciona como gestor porcentual de contratos gubernamentales.
El Cuau está bajo acuciosa mirada pública, e incluso acusaciones de corte penal, por cuanto a la fotografía en sí con tres presuntos jefes de grupos locales del crimen organizado. Pero también es necesario revisar lo relacionado con el asesinato de Samir Flores, activista destacado contra el Proyecto Integral Morelos y en particular contra una termoeléctrica en Huexca. La ejecución es atribuida a uno de los grupos representados en la fotografía mencionada, incluso en un posterior mensaje impreso (lo que llaman “narcomanta”) le hicieron referencias a ese presunto servicio prestado.
Astillas
Pareció una falta de sincronía e incluso un desliz del canciller, pero a fin de cuentas el Presidente de México capoteó el punto delicado del envío de representante oficial a la ceremonia nicaragüense de continuidad en el poder: no hubo representación a un nivel aceptable (ni siquiera asistió el embajador), pero tampoco un desaire absoluto… Segundo contagio de covid-19, previsible desde la ronquera matutina y la suposición de gripe. Luego hubo reuniones con integrantes del gabinete. Hoy Adán Augusto se encargará de la mañanera y otras actividades. Los síntomas son leves, según el parte oficial. Se espera pronta recuperación del presidente López Obrador… ¡Hasta mañana!
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