La privatización y comercialización del agua, al ser considerada un bien económico, convierte a los ciudadanos en “clientes”. Hay 2 mil 400 millones de personas sin agua en el planeta que son potenciales compradores del líquido y “se hace más vulnerables a quienes ya lo son”, señaló Pedro Arrojo, relator especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre los derechos humanos de agua potable y saneamiento.
Tan sólo en México, se estima que hay 41 millones de mexicanos sin acceso diario al líquido y 8.5 millones carecen de conexión. “Los servicios de agua potable en el país son tan deficientes que orillan a la población a consumir 70 mil millones de pesos en agua embotellada de trasnacionales que gozan de un mercado cautivo”, sostuvo por su parte Pedro Moctezuma, coordinador del Programa de Investigación para la Sustentabilidad de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Al agua se le otorga un aspecto mercantil y es codiciada por las empresas que buscan apoderarse de ella para sacar adelante sus proyectos privados, dejando de lado el carácter de bien común que por mucho tiempo tuvo e ignorando el carácter divino y cultural que los pueblos indígenas le confieren, consideró a su vez Francisco López Bárcenas, en un estudio divulgado por la UAM.
Al uso del agua doméstico, industrial y de riego para la agricultura y la ganadería de exportación, que por mucho tiempo se privilegió, se ha sumado la industria minera, la generación de energía eléctrica y la extracción de hidrocarburos del subsuelo mexicano, indicó.
El agua es uno de los sectores más afectados con el cambio climático, y en este contexto las grandes obras hidráulicas, como las presas y los trasvases, no son la opción. “Este problema dejará presas vacías, ante las sequías que se presentan. Se requiere hacer las paces con los ecosistemas, con los ríos, acuíferos y desarrollar una gobernanza democrática del agua como un bien común, no como una mercancía”, señaló el relator especial de la ONU hace unas semanas durante su visita a México.
Hay “una crisis global del agua, desgarradora y paradójica en el planeta azul”, advirtió Arrojo. Sumado a la falta de equidad y la pobreza que están detrás de ella, se encuentra la insustentabilidad de los sistemas acuáticos, explicó.
En este contexto, en México desde 1992, con la Ley de Aguas Nacionales, se estableció un sistema único de concesiones, sujeto a dinámicas de compraventa, y fue el primer paso hacia la mercantilización del agua, apuntó en un análisis Moctezuma. De 2 mil concesiones para el uso del agua que había en 1992, Conagua ha otorgado 514 mil concesiones, se han “sobreconcesionado 108 cuencas y 115 acuíferos, con prioridad a las grandes empresas”, detalló.
En este contexto, desde 2013 sigue pendiente en el Congreso de la Unión la aprobación de la ley general de aguas para garantizar el derecho humano al recurso, establecido en la Constitución, apuntó.