Con una propuesta que busca integrar la riqueza biológica y cultural de uno de los cinco países megadiversos del planeta, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) impulsa en México la Red Nacional de Jardines Etnobiológicos.
Con el apoyo del consejo, que ha asignado cerca de 50 millones de pesos al proyecto, actualmente 26 estados cuentan con espacios destinados al conocimiento y conservación de su biodiversidad, donde el objetivo es “preservar, investigar, conocer, y sobre todo, dar un acceso abierto, universal, a esta gran riqueza biocultural”, afirma en entrevista con La Jornada María Elena Álvarez-Buylla Roces, directora general del Conacyt.
“Tenemos un país megadiverso, es decir, que junto con otras naciones concentra una parte importante de la biodiversidad del planeta, de la riqueza biológica en plantas, animales y también en microorganismos, de la cual tenemos una riqueza enorme, y aunada a este patrimonio biológico, hay una riqueza cultural. En México es indisoluble la cultural de la riqueza natural, de la biodiversidad, porque está enraizada en la diversidad de culturas, de sus lenguas”.
En Conacyt, apunta, se buscó crear espacios de conocimiento, de preservación, pero también de cultura y expresión de las artes. En los jardines “se impulsan actividades artísticas, culturales, para promover la paz, son espacios de paz, de intercambios de conocimientos, de vivencias”.
Todo este tipo de actividad artística, creativa, explica, antes no se valoraban desde el Conacyt, no se financiaba y estábamos perdiendo en México expertos en entnobiología, en etnobotánica, en zoología y taxonomía, en todas estas áreas que se cultivan mucho en el primer mundo porque respetan y admiran la importancia de una riqueza cultural y biológica como la nuestra. “Los estábamos perdiendo, íbamos a acabar teniendo expertos mexicanos en el conocimiento tradicional y etnobiológico en Inglaterra y en Estados Unidos, pero aquí no”.
Lo que queremos, afirma Álvarez-Buylla, experta en genética y evolución de plantas, es abrir en cada estado (sólo faltan seis: Tamaulipas, Hidalgo, Zacatecas, Chihuahua, Tabasco y Aguascalientes) un espacio para el resguardo y el conocimiento de la riqueza etnobiológica que mantiene una liga con la flora y la fauna natural, con la domesticada y con la riqueza cultural, por eso nace la idea de los jardines etnobiológicos.
Con esta visión, señala, se han integrado proyectos de jardines botánicos que ahora forman parte de la Red, o de espacios subutilizados o que forman parte de Áreas Naturales Protegidas. “Hemos sido bastante estrictos en la selección de los proyectos”, pues afirma que expertos en diversos campos revisan cada una de las propuestas.
Destaca que los jardines deben mantener una estrecha articulación con las comunidades locales, ya que “son parte esencial del proyecto, porque se busca intercambiar saberes y también regresar acervos a las comunidades. Queremos generarlos tanto electrónicos como vivos, herborizados y tener bancos de semillas”.
E-Flora, conocimiento y divulgación
Adelantó que este año también se consolidará el proyecto E-Flora, con el que se tendrá por primera vez en México acceso a la flora del país en formato digital, que incluirá “toda la lista florística revisada de nuestro país, incluyendo las plantas silvestres, sus nombres científicos y vernáculos, sus usos y distribuciones geográficas”.
El proyecto, coordinado por la doctora Victoria Sosa Ortega, investigadora del Instituto de Ecología, se dará a conocer como E-Flora. Será, dijo, una plataforma electrónica y de acceso abierto, porque “no podemos conservar lo que no conocemos y tenemos bien documentado”.
El impulso a la Red Nacional de Jardines Etnobiológicos también contempla invitar a expertos en diversos campos, como mastozoología, que estudia la diversidad de los mamíferos; ornitología, de las aves; entomología, de los insectos, e incluso de aracnología.
El interés, explica Álvarez-Buylla, es fomentar otra vez estas áreas en los estudiantes de posgrado, y la interacción con la educación, porque es muy distinto para los niños en un salón de clases oír hablar de las selvas, de tal o cual especie o ir al jardín etnobiológico y tener la posibilidad de hablar con los expertos que son los indígenas y los campesinos.
“Es crear una experiencia única y por eso invitamos a los niños y jóvenes a que los visiten, que los disfruten y a que se conecten con la naturaleza en estas ventanas de biodiversidad que son los jardines etnobiológicos”, resalta.