En octubre de 2001 el gobierno federal informó sobre la construcción de un nuevo aeropuerto en Texcoco, estado de México, lo cual fue recibido con beneplácito por quienes se apuntaron como principales inversionistas privados. Por el contrario, la noticia fue recibida con indignación por los pueblos que se verían afectados. Tres municipios y sus comunidades verían comprometidas sus tierras, derechos y vidas colectivas: Atenco, Chimalhuacán y Texcoco. En este complejo contexto nació el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), con el firme propósito de defender su territorio, y darse a la protección de la naturaleza ante el proyecto aeroportuario y los grandes planes de urbanización e infraestructura.
A partir de todo esto se generó un repertorio de lucha y resistencia que por años se nutrió de diversas acciones y propuestas emprendidas por el FPDT. Gracias a la resistencia popular, en 2002 se canceló ese primer proyecto. Han transcurrido dos décadas desde el anuncio del proyecto del aeropuerto foxista (2001), pasando por el fatídico mayo rojo en 2006 y el segundo intento de 2014 en el gobierno de Peña Nieto por construir el llamado Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Son dos décadas de resistencia, creatividad y ardua lucha de los pueblos del FPDT que se agradecen y saludan. Con el cambio de gobierno en 2018, y ya entrado en funciones en 2019, se dio la cancelación total del segundo proyecto. Y durante 2020 se generó una propuesta que ahora conocemos como Área de Protección de Recursos Naturales Lago de Texcoco, la cual se derivó de las mesas denominadas Diálogos por la Recuperación Socioambiental de la Cuenca del Lago de Texcoco.
El detalle del área natural protegida se dio a conocer en diciembre de 2021, y se puede revisar en www.conanp.gob.mx/acciones/consulta/. Ahora el reto es que todas las comunidades implicadas conozcan, retroalimenten y modifiquen, si fuera el caso, tal propuesta, para que en los primeros meses de este año se cuente con el decreto presidencial que declarará dicha área natural. Antes de llegar a ello, es fundamental que la información llegue de forma asequible y sensible a todas las personas y comunidades interesadas, y que ayude a precisar los alcances de la mencionada iniciativa.
Sobresale el que sea una propuesta entretejida e impulsada por el FPDT y encuentre sinergia con instituciones de gobierno, como la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, que es parte de la Semarnat, encabezada ahora por María Luisa Albores y respaldada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Será durante el presente mes cuando se efectúen las consultas y sesiones informativas; cuando las personas y grupos interesados opinen y la autoridad recoja debidamente las propuestas de quienes han cuidado ancestralmente sus territorios alrededor del lago. Asimismo, cuando se compartan las valoraciones de quienes se han sentido invitados a contribuir con propuestas alternativas al aeropuerto.
Es entonces el momento de opinar sobre la pertinencia y fortalecimiento de un área natural protegida con y para los pueblos y comunidades de esos territorios, en lugar de un aeropuerto que afectaría la casa común. Ahora bien, y en perspectiva, a partir del cambio en la relación política entre un actor social movilizado y el gobierno federal, estamos frente a un momento de aprendizaje. Y estamos también frente a la oportunidad de poder observar la definición estatal para implementar acciones efectivamente estratégicas enmarcadas en un proyecto de nación basado, sin titubeos, en el cuidado de la vida en todas sus formas.
¿Será esto posible en el lago de Texcoco? Más aún, ¿podremos, con la debida participación y voz de los sujetos sociales que han resistido el despojo y la represión, hacer que cambie rotundamente el rumbo de la política ambiental y económica en nuestro país? No parece tarea fácil. Sin embargo, el camino emprendido en los últimos tres años por el FPDT nos reta a pensar, desde su experiencia, acerca de cómo fraguar posibles victorias, por pequeñas que parezcan, que repercutan en el giro civilizatorio que requerimos para afrontar la crisis global, caracterizada por el deterioro ambiental.
Y para conocer si en algo se podrá resarcir el daño ocasionado a las comunidades y pueblos tan avasallados, so pretexto de un aeropuerto, símbolo de un perverso desarrollo y crecimiento económico sin límite, con sumo interés debemos acudir a la cita 20 años después. Si estamos en la senda de superar el neoliberalismo, parece que como nación estamos atascados y en la fase más pantanosa. Esperemos que acciones como las que ahora se impulsan desde Atenco logren darnos pistas para salir del escollo y caminar como pueblo, bajo una razón cordial, guiada por el cuidado de la naturaleza, hacia una vida más digna y justa. Nuestra solidaridad siempre con el FPDT.