El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que la inflación anual de 2021 fue de 7.36 por ciento, el nivel más alto observado en 21 años y sensiblemente por encima del objetivo marcado por el Banco de México (el cual fue de tres puntos porcentuales con margen de un punto hacia arriba o abajo). Como expresó el subgobernador del BdeM Jonathan Heath, resulta de especial preocupación el incremento en las mercancías alimenticias, el cual alcanzó 8.11 por ciento.
Aunque en diciembre se frenó la tendencia alcista y se logró una disminución marginal en el encarecimiento, analistas privados y del banco central coinciden en que el fenómeno inflacionario persistirá en los próximos meses. De acuerdo con las minutas de política monetaria de la última reunión de la Junta de Gobierno del BdeM, “ya no parecen apropiados” los argumentos sobre lo transitorio de las presiones inflacionarias, ya que el incremento de precios en el país “ha sido persistente y generalizado”; mientras uno de los integrantes de la Junta de Gobierno del banco central, citado en la minuta, señaló que la extensión del choque se debe a un cambio en los patrones de consumo, las restricciones de oferta y al incremento en los precios internacionales de las materias primas. Grupo Monex coincide en este origen externo de la inflación, al indicar que “el surgimiento de las nuevas variantes del virus sigue evitando un acoplamiento pleno de las cadenas globales de valor”.
En medio de estas incertidumbres causadas por los precios internacionales de energéticos y la crisis global en las cadenas de suministros, cabe señalar que el factor de contención de la carestía en el último mes de 2021 provino de una medida de política pública: la decisión de implementar precios máximos al gas LP, combustible usado en ocho de cada 10 hogares mexicanos, cuyo costo impacta además en los precios de alimentos preparados y, de esta manera, en el conjunto de la economía. El hecho de que la reducción en el precio de venta al público de este insumo esencial se lograra no mediante los manidos mecanismos de mercado, sino gracias a una intervención gubernamental, recuerda la importancia del Estado en coyunturas en que los actores económicos agravan los problemas en lugar de contribuir a su solución, como era claramente el caso cuando el precio del gas LP aumentaba a un ritmo mucho mayor que la inflación general.
Lo ocurrido con este hidrocarburo constituye también una advertencia frente a las posibles tentaciones de usar la inflación real como pretexto para aplicar alzas desmedidas en los precios de productos y servicios. Cabe esperar que tal escenario no se presente mientras la nación continúa luchando contra el encarecimiento, pero si llegara a darse las autoridades deberán atajarlo a fin de evitar que una escalada artificial en los precios de algún sector repercuta sobre el conjunto de la economía.