El gran descubrimiento freudiano fue el inconsciente, su obra maestra el Proyecto de una sicología para neurólogos y en puente con la carta 52 con la Interpretación de los sueños, y la piedra angular de la conceptualización, el dolor. Es el dolor no la sexualidad el gran protagonista en toda la obra freudiana. El dolor como elemento alrededor del cual se estructura el aparato síquico, el contacto humano, que se inicia con el grito que emerge del desamparo originario, el dolor, de la incompletud... En estas redes se entreteje la sexualidad, que irrumpe brutalmente trastornando el orden vital y pervirtiendo (con feliz desenfado) al instinto, la función vital; preminencia del dolor frente a la sexualidad.
La primera vez que aparece el término “afecto” en Proyecto..., se le caracteriza como la reproducción de una vivencia; es decir, que el afecto es concebido como una de las modalidades de memoria del organismo. El concepto emerge de la obra monumental que, en realidad representa una obra índice. El flujo del entretejido corriente del vivir, la constancia de una modalidad del afecto que no define de un modo decisivo al hombre, sino que viene a ser en él, dato de una ecuación posible, al apuntar el lenguaje en el desamparo del nacimiento a una móvil que, apenas es previsto, se desintegra, se escapa, para reaparecer en medio de la trabazón compleja que mueve al proceder instintivo particular, pero que por transitorio, no resulta menos real.
Complejo y móvil el lenguaje es la apreciación de algo difuso, inestable, que eleva la naturaleza que lo irradia, en un contexto móvil, abruma hasta el límite de anular lo que guarda de escabroso su origen; la presencia y la ausencia del lenguaje, en estado etéreo, flotante, componente que se transpira.