Madrid. El Centro de Arte Museo Reina Sofía realizó un nuevo reacomodo de su colección; en esta ocasión redefinió el acervo que atesora sobre el arte generado en América Latina entre las décadas de 1960 y 1980. El proyecto, encabezado por Manuel Borja-Villel, director de la pinacoteca, pretende, según explicó él mismo, mostrar la fuerza creativa en una de las etapas históricas más turbulentas de la región, plagada de golpes de Estado, dictaduras sangrientas, represión sin piedad, exterminio de minorías y poblaciones autóctonas y una paulatina, pero constante, dominación cultural y social del entorno.
El Museo Reina Sofía muestra por primera vez, gracias al reacomodo de su colección, su gran legado sobre este periodo, en el que se refleja con nitidez una realidad doliente, que dio pie a un arte combativo, rabioso e indignado.
Los enemigos de la poesía: Resistencias en América Latina es el título de la sección, ahora parte de su muestra permanente, integrada por más de 100 obras, la mayoría nunca antes expuestas. Se trata de una forma de explicar la historia reciente de la región, así como los vasos comunicantes que hubo y hay entre una dura realidad social de desigualdades, miseria y violencia con los movimientos artísticos surgidos en respuesta a la represión, la censura, el exterminio y los abusos de poder.
Las obras producidas entre 1964 y 1987 reflejan las transformaciones políticas de la época y la aparición de nuevas prácticas creativas, como el correo artístico, que favorecieron una serie de intercambios trascendentales para el devenir del arte contemporáneo, además de los formatos tradicionales como la pintura, la escultura y la fotografía.
Otros ejemplos son la introducción de lenguajes y prácticas en aquellos años, que incorporan la apropiación de medios y tecnologías de comunicación de masas; el uso el cuerpo como herramienta de expresión y crítica social; la intervención en la esfera pública; el cuestionamiento del sistema del arte y de las instituciones, y la redefinición del papel del espectador, elevado a la posición de participante. Asimismo, instalaciones, obras efímeras, videos, registros de performance, escritos, revistas, periódicos, cuadernos y todo tipo de documentos que dan soporte al discurso de la muestra y que en su conjunto explican la realidad en ese periodo histórico.
Tropicália y performance
En cuanto a las escuelas artísticas, la muestra abarca desde la sicodelia de la Tropicália brasileña y el nacimiento de los conceptualismos y otros lenguajes más allá de la abstracción y de las prácticas abordadas en décadas anteriores hasta las expresiones de quienes trabajan con las ideas del cuerpo y el proceso, al igual que la experimentación en campos como el cine y la fotografía.
De hecho, la exposición se inicia con un apartado sobre los movimientos artísticos brasileños como respuesta a la dictadura, que se denominó De la sequía a las palmeras, frase de un texto del cineasta brasileño Glauber Rocha que alude a los contrastes de Brasil, y donde se subrayan las ideas de la experimentación sensorial, la ocupación del espacio público, la desmaterialización de la obra y la participación del espectador, además de que hay un deseo de renovación y ruptura que se acentúa con el golpe cívico-militar de 1964. Los primeros años de la dictadura (1964-1985) son de intensa producción y experimentación; sin embargo, 1968 es un año clave, de cambio, pues el gobierno militar establece un decreto que endurece las medidas coercitivas y censoras.
Después se pasa a la sala que, bajo el título de Más allá de lo concreto, se centra en el trabajo de artistas que proceden del neoconcretismo, pero que evolucionan hacia otros movimientos o lo rechazan. Un ejemplo es el colectivo brasileño Poema/Processo, que se basa, a nivel de lenguaje, en abandonar el concepto tradicional de poesía, centralizando el poema como proceso, como lugar de experimentación y no como objeto finalizado. Entre las obras más importantes están las piezas tridimensionales.
Un apartado crucial de la muestra es el que se refiere a los movimientos populares en Argentina, en particular, y en general a los de Mayo del 68, en los cuales a una explosión de ansias de libertad los poderes fácticos dieron una respuesta represiva sin piedad. Después se exponen los artes postales, entre cuyas piezas importantes destacan las de los artistas Ulises Carrión y Felipe Ehrenberg.
Posteriormente se muestra una serie de obras inspiradas en etapas de enorme violencia, como la matanza perpetrada en 1969 en Puerto Montt, Chile, por fuerzas policiales en un ejercicio de violencia institucional contra la población civil que quería defender su derecho a la tierra. O, en las antípodas, cuando los artistas se sumaron con entusiasmo al plan del denominado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas peruano, presidido por el general Juan Velasco Alvarado (1968-1975), quien propuso una serie de cambios sociales, incluida la devolución de la tierra a los campesinos.
Le sigue un espacio dedicado a los fotolibros latinoamericanos, entre ellos los trabajos de Paolo Gasparini (Italia, 1934) y de Enrique Bostelmann (México, 1939-2003). Se trata, en ambos casos, de artistas que intentan mostrar a Latinoamérica no como un territorio único, sino como un amplio crisol en el cual conviven distintas culturas. Por ejemplo, Bostelmann retrata las áreas rurales de México y Centroamérica como lo que él llama “un viaje por la injusticia” y revelando la situación de unos territorios que han experimentado un proceso de desarro-llo fallido.
Dictadura chilena
El viaje artístico culmina con uno de los episodios históricos que sacudieron a la región y al mundo: la dictadura de Augusto Pinochet, que fue la más tardía en desaparecer y que creó un fenómeno generalizado de solidaridad internacional con el pueblo chileno, que desembocó en diversas exposiciones de apoyo al país para su vuelta a la democracia.