Nueva York. Al acercarse el aniversario de lo que algunos calificaron de intentona de golpe de Estado y otros como una “insurrección” derechista que culminó con el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero, suenan alarmas sobre mayores amenazas hoy día al sistema democrático estadunidense.
Líderes demócratas intensifican sus esfuerzos de promulgar nuevas leyes federales para proteger y garantizar el sufragio efectivo básico ante múltiples leyes y medidas estatales promovidas por republicanos derechistas para suprimir el voto e incrementar su control del proceso electoral.
El lunes el líder de la mayoría demócrata del Senado, Chuck Schumer, elevó la necesidad de proteger los derechos al voto como prioridad máxima de los legisladores, escribiendo en una carta a sus colegas que “tal como todos estamos atestiguando, los ataques sobre nuestra democracia no han cesado. De hecho, sólo se han acelerado. Igual como los insurreccionistas violentos que asaltaron el Capitolio de Estados Unidos hace un año, oficiales republicanos en estados a través del país han promovido la gran mentira del ex presidente sobre un amplio fraude electoral para promulgar legislación antidemocrática y tomar control de funciones de administración electorales típicamente no partidistas”.
Acusó que los promotores de estas acciones buscan “silenciar las voces de millones de votantes y minar elecciones libres e imparciales”, y por lo tanto insistió en que se requiere aprobar los proyectos de ley para defender el voto a la brevedad; se espera que este mes.
Por su parte, el presidente Joe Biden está bajo creciente presión tanto por políticos dentro de su partido como por parte de organizaciones de derechos y libertades civiles para que tome mayor acción, lo antes posible, en defensa de la democracia, y en particular el derecho al voto.
“Nunca he visto nada parecido al asalto incesante sobre el derecho al voto… esta nueva combinación de supresión y subversión electoral”, afirmó en un discurso el mes pasado. Tiene programado otro sobre el mismo tema el 6 de enero para marcar el aniversario del intento promovido por Trump y sus aliados para evitar ceder el poder a Biden después de que fueron derrotados en las urnas.
Pero los pronósticos no son buenos para la aprobación de estos proyectos de ley para defender el proceso democrático en la cámara alta (la baja ya los aprobó), demostrando la renuencia de la mayoría republicana de revertir las tendencias antidemocráticas que ahora imperan en su partido.
Mientras tanto, proceden las investigaciones sobre el asalto al Capitolio de hace un año, con un comité selecto de la cámara baja que investiga el papel del entonces presidente Donald Trump y sus cómplices y asesores ese día, y que está por iniciar una fase más pública de su trabajo después de entrevistar a más de 300 testigos y recaudar más de 35 mil documentos hasta la fecha.
A la vez, continúa lo que es ahora la persecución penal más grande en la historia del Departamento de Justicia con el arresto y acusaciones criminales contra 725 de los que participaron en la invasión violenta del Capitolio.
Cada día hay más expresiones de alarma. “Probablemente estamos en uno de los ambientes de amenaza más volátiles, complejos y dinámicos que haya conocido en mi carrera”, comentó John Cohen, alto funcionario del Departamento de Seguridad Interna al Wall Street Journal, y no estaba hablando de amenazas provenientes del extranjero sino de la violencia política dentro de Estados Unidos.
Según informa la policía del Capitolio, se registraron casi 9 mil casos de amenazas contra legisladores en 2021, más del doble que en 2017.
Aumenta el extremismo doméstico
La FBI informa que el número de sus investigaciones sobre “extremismo doméstico violento” se ha duplicado en los últimos 18 meses para llegar a unos 2 mil 700 casos abiertos, la mayoría de agrupaciones calificadas como supremacistas blancas, las cuales representan la mayor amenaza a las autoridades.
Es asombroso, afirman observadores y expertos, que los fundamentos del sistema democrático estadunidense –el derecho al voto y la transición pacífica del poder– ya no estén garantizados y, de hecho, hayan sido violados.
Según el Brennan Center, se han impulsado leyes para dificultar el voto en 19 estados, y hay decenas de proyectos de ley pendientes para suprimirlo en otras 22 entidades.
Desde que asumió el poder Donald Trump en 2016, hasta la fecha, sondeos han registrado cada vez mayor preocupación sobre el futuro de la democracia estadunidense, algo que se multiplicó con la elección de 2020 y el intento de Trump y sus aliados de descarrilar el proceso y subvertir el resultado.
Una nueva encuesta de National Public Radio/Ipsos sobre el tema, difundida ayer, registra que 64 por ciento de estadunidenses consideran que su democracia “está en crisis y en riesgo de fracasar”.
El reconocido experto constitucional y profesor emérito de leyes de Harvard, Laurence Tribe, concluye en un artículo en The Guardian que, con lo que ahora se sabe de la conspiración trumpista para sabotear el proceso electoral y el subsecuente “asalto sobre la democracia constitucional” que empezó desde antes de la última elección y culminó con el ataque al Capitolio, “nuestro país, y las instituciones legales y políticas que evitan que descienda al despotismo, están hoy día más en peligro que en tiempos de la elección de noviembre” de 2020.
En su primer editorial del nuevo año, titulado: Todos los días ahora son el 6 de enero, el New York Times afirma que “la república enfrenta una amenaza existencial por un movimiento que abiertamente desdeña la democracia y ha demostrado que está dispuesto a emplear la violencia para lograr sus fines. Ninguna sociedad autogobernada puede sobrevivir tal amenaza al negar que existe… Ahora sabemos que la violencia y el desorden transmitidos en vivo alrededor del mundo fue sólo la parte más visible y visceral de un esfuerzo por revertir la elección. Ese empeño se extendía hasta la Oficina Oval, donde el señor Trump y sus aliados planeaban un autogolpe constitucional”.
Muchos advierten –politólogos, especialistas en violencia extremista, y hasta ex generales y almirantes– que el ataque a la democracia del 6 de enero no ha acabado y que fue apenas un ensayo para algo peor que ya se está preparando para las próximas elecciones.