La imagen del unicornio ha cambiado a lo largo de la historia y ahora se utiliza para describir empresas novedosas de gran potencial económico y que alcanzan un valor en el mercado superior a mil millones de dólares.
El unicornio es una criatura parecida a un caballo blanco, con patas de antílope, ojos y pelos de cabra y con un cuerno en la frente. Es un animal mitológico al que se le atribuyen propiedades terapéuticas, sobre todo de su cuerno y tiene relación con el rinoceronte, el asno salvaje y el antílope. Sin embargo, en bestiarios de diversas culturas a veces se le vincula con la salud y otras veces con la muerte.
Así hay que ver el concepto de los unicornios empresariales: proyectos que se presentan como maravillosos, que pueden ser muy exitosos o convertirse en un fracaso a lo largo de unos años.
Hasta finales del año pasado se registraron cerca de 500 empresas de este tipo en el mundo y en México se contabilizaban nueve: Kavak, Bitso, Clip, Konfío, Jokr, Clara, Incode, Merama y GBM. Estas firmas operan a través de Internet, algunas con la venta o distribución de bienes y servicios y otras con operaciones financieras. Todas trabajan en forma virtual, son rápidas y eficientes, invierten mucho en tecnología y cuentan con poco personal en relación con el volumen de operaciones que realizan.
Son aplicaciones que facilitan la administración, las finanzas y los intercambios. Estos proyectos comenzaron como un sueño que se convirtió en realidad a través de apoyos familiares y de amigos para después recibir capital de riesgo, de firmas tales como SoftBank, un grupo financiero japonés que cuenta con dos fondos para invertir en firmas novedosas en América Latina.
Cuando a las empresas se les inyecta capital de riesgo reciben asesoría legal, financiera, administrativa y operativa para impulsar sus potencialidades y es de interés de todos los participantes de vender el producto ante la opinión pública y ante el sector financiero como una maravilla que a lo largo de los años se convertirá en el negocio del siglo.
Sin embargo, es necesario tener cuidado, porque no hay garantía de los resultados previstos. Estas empresas se venden no por la rentabilidad que generan, sino por las expectativas que no necesariamente se cumplirán a lo largo de los años.