En el año que se inicia parece que la incertidumbre será la pauta, empezando con la cada vez más ininteligible política para superar la pandemia al posible desmoronamiento de un proyecto de beneficios sociales para la mayoría de la población. En un largo artículo publicado en la revista New York (noviembre 2021) el escritor Jonathan Chait trata de encontrar respuestas a la pregunta del por qué la popularidad del presidente Joe Biden está en “caída libre”.
Parafraseando a Chait, y otros que como él critican a los demócratas, “regresar a la esencia del new deal y romper con el largo periodo de neoliberalismo impuesto por Reagan, parece ser la propuesta de Biden.” Pero, la que ahora se empieza a materializar como una quimera irrealizable, por añadidura, pudiera tener consecuencias no imaginadas. Ingenuidad e incapacidad parecen ser, en parte, responsables de que se desvanezcan las aspiraciones de justicia social y económica que deseaban los millones que dieron su voto por él y el partido demócrata. Hay un peligro latente de que a la demolición de su proyecto le suceda el regreso de la hidra que a lo largo de décadas creció en las entrañas del sistema y culminó con la llegada de Donald Trump a la presidencia. La pregunta es si se puede culpar exclusivamente al actual presidente por el fracaso en darle a este modelo de desarrollo una cara menos salvaje y, si se considera que en el fondo había no sólo ingenuidad, sino un cierto “gatopardismo”, a sabiendas de la imposibilidad real de enfrentar los poderosos intereses, por lo visto inmutables, de corporaciones y barones que las poseen.
A esa realidad se han sumado ahora quienes exigen que la transformación del viejo régimen se realice a grandes zancadas, forzando a los que prefieren un tránsito ordenado sin rupturas que profundicen, aún más, la ya de por sí dividida sociedad. Para unos es populista, para otros ingenuo y para otros simplemente uno más en la sucesión de quienes han intentado romper con la inercia que la dupla Reagan-Thatcher impusieron.
Es vox populi que uno de los obstáculos en las intenciones de Biden es la división dentro de su partido, entre la visión de una minoría liberal, educada en universidades de élites, y la realidad en que viven la clase trabajadora y los pobres. De profundizarse aún más ese distanciamiento, las implicaciones pudieran ser enormes para quienes creyeron posible que las desigualdades e injusticias sociales y económicas pudieran superarse civilizadamente.