Cancún, QR., María, quien vive en una casa dúplex que no pasa de tres metros de frente por unos 10 de largo en el fraccionamiento Villas Otoch Paraíso, comenta que fue para lo único que le alcanzó con su crédito del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), aunque cuando se la vendieron no esperaba vivir prácticamente atrincherada con su familia a consecuencia de los altos índices de inseguridad en esa zona.
Cuenta que la inmobiliaria Cadu “lo pintó todo muy bonito”: no cobró enganche y entregó en muy poco tiempo. “Llegamos cuando mis tres hijos eran niños y todavía se podía vivir bien; todos los días iban al estacionamiento a jugar con sus amigos y ahí pasaban horas, sin problema”.
Entrevistada en su hogar, con cortinas totalmente oscuras “para que nadie sepa lo que tengo, porque ya entraron a robar”, afirma que de repente la delincuencia se empezó a apoderar del fraccionamiento. Algunos amigos de sus hijos, casi niños, fueron asesinados en los pasillos. Todos los vecinos se atrincheraron en sus casas.
Asegura que su casa está construida con materiales de muy mala calidad: a menudo tiene que darle mantenimiento porque las varillas de la estructura se inflaron. Su espacio sólo tiene una recámara diminuta y un pequeño jardín (porque está en planta baja), sala-comedor, sanitario y cocina.
No tiene dónde recibir visitas, como su madre y hermana, que están de vacaciones en su casa, pero una segunda familia está por llegar y tendrá que buscar otro lugar para dormir.
Señala que además de los 250 mil pesos que le costó la vivienda ya tuvo que invertir 60 mil para ampliar el frente y dar un metro más de largo a su sala y una recámara, además de construir una segunda habitación.
María se dice muy arrepentida de haber adquirido esta vivienda, pero no quiere abandonarla, como han hecho muchos de sus vecinos, porque no tiene otro lugar para vivir.