Hace miles de años, el norte de Yucatán era un desierto en el que hubo un oasis donde se desarrollaron diversas especies de perezosos gigantes, hoy totalmente extintos. Los fósiles encontrados recientemente en las cuevas inundadas de la zona hablan de un inusual endemismo y es apenas la punta del iceberg de una de las investigaciones paleontológicas más importantes de los últimos tiempos.
Así lo considera Wolfgang Stinnesbeck, investigador del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Heidelberg de Alemania, quien lleva varios años trabajando en el país tratando de descifrar los tesoros del Pleistoceno que aún resguardan las profundidades de varios cenotes de Tulum.
En entrevista con La Jornada, el paleontólogo explica que si bien México es el país de los elefantes prehistóricos, por la gran cantidad de restos de esos animales que se han hallado en todo el territorio, en particular en la zona de Yucatán, casi la mitad de la fauna que se ha encontrado es de perezosos gigantes.
“Hay una gran variedad de esta especie, algo muy difícil de entender. Hay cenotes en los que hemos descubierto hasta tres o cuatro especies diferentes de perezosos, lo cual nos recuerda un poco la situación de las islas Galápagos con respecto a sus especies de tortugas o pinzones.
“¿A qué se debió esa gran tasa de endemismo en la zona? Debió haber una separación ecológica entre Yucatán y el resto de México. Lo cenotes eran lagos, oasis acuáticos y los animales llegaban a eso sitios para beber.
“Ése es un punto en el que queremos trabajar más, en los endemismos, que biológicamente son muy interesantes, pues se trata de hallazgos que nos permiten hablar del medioambiente de ese tiempo y los cambios hace más de 10 mil años, a finales de la Era del Hielo, asociados con una extinción masiva de muchos grupos de mamíferos, lo cual también causó cambios en el comportamiento de los humanos, no solo en Yucatán, sino en todo América y a nivel global.”
En 2019, el Instituto Nacional de Antropología e Historia informó que como parte del Proyecto Arqueológico Subacuático Hoyo Negro de Tulum, Quintana Roo, se recuperaron, además del sinsacro de un perezoso terrestre gigante, restos óseos de tigre dientes de sable, gonfoterio, tapir, pecarí, cánido y tlacuache.
Además, se logró extraer esmalte de dientes de tres herbívoros gigantes: gonfoterio de tierras altas, tapir y pecarí de collar, así como una estalagmita con fragmentos de carbón y guano de murciélago, dentro del cual se encontraron semillas de palma.
Acerca del perezoso terrestre (al que se dio el nombre científico de Nohochichak xibalbahkah), se determinó que se trata de “una especie y género nuevos”.