Santa Apolinia. Familiares, amigos y vecinos de una aldea en el departamento guatemalteco de Chimaltenango dieron el viernes el último adiós a Aurelio Cuy Tamat, quien falleció al volcar un camión de carga en Chiapas mientras intentaba llegar a Estados Unidos. El viernes también fueron sepultados en diferentes partes del país los cuerpos de otras 14 personas. En el accidente murieron 37 guatemaltecos pero sólo 19 cuerpos han sido repatriados.
Cuy Tamat fue uno de los 56 migrantes que murieron el 9 de diciembre. El joven de 27 años trabajaba como albañil en la aldea Parajbey del municipio de Santa Apolonia, una comunidad en lo alto de una montaña ubicada en el occidente del país y a 53 kilómetros de la ciudad de Guatemala.
Decidió ir a Estados Unidos para pagar deudas y construir una casa para su esposa Ana Vilma Telón y su hija de cuatro años. Sin embargo, el sueño se truncó cuando el camión con más de 150 migrantes a bordo se accidentó en una carretera de Tuxtla Gutiérrez, en Chiapas. En el lugar murieron 46 personas y otras 10 fallecieron en hospitales. Más de 100 migrantes resultaron heridos.
Su esposa relató a Ap que tras enterarse del accidente y no tener comunicación con su marido, viajó a Chiapas el 16 de diciembre. Al día siguiente encontró el cuerpo en una morgue, al que reconoció de inmediato porque llevaba el anillo de matrimonio, con su nombre grabado.
Los cerca de 3 millones de guatemaltecos que viven en Estados Unidos sostienen la economía del país centroamericano: en 2020, pese a la pandemia, enviaron 11 mil millones de dólares en remesas, un poco más de 14 por ciento del producto interno bruto guatemalteco, según el Banco Central.
Los restos de Cuy Tamat llegaron a su aldea la noche del jueves y fueron velados en la que fuera su casa.
Su féretro fue colocado en la sala junto a arreglos florales y una fotografía del joven tomada meses antes de viajar a Estados Unidos.
Su esposa contó que le pagaron unos 17 mil dólares a un grupo de coyotes. “No pagamos todo. Yo hacía los pagos conforme mi esposo iba avanzando en su viaje”.
Esequiel Chonay, miembro de la iglesia a la que asistía la familia, describió al joven como un hombre trabajador que quería lo mejor para su esposa e hija. “La pobreza en la que vivimos es la que hace que nuestros jóvenes migren a Estados Unidos. Lamentablemente muchos mueren en el camino”, se lamentó.