Las bibliotecas son fundamentales, sobre todo en Oaxaca, porque los libros son muy caros y un privilegio, sostiene la narradora Karina Sosa Castañeda, quien escribió su novela Caballo fantasma gracias al acervo del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), fundado por el artista Francisco Toledo.
La escritora destaca en entrevista que esa biblioteca, en la que trabajó durante tres años, fue alimentada por el promotor cultural y activista, quien compró y donó casi todos los libros que la integran.
Recordó que estaba deslumbrada por el silencio que experimentaba cuando pasaba ocho o nueve horas laborando en ese lugar, y le permitió encontrar otros libros fundamentales para ella. “Fueron los tres años en que más he leído en mi vida, porque no tenía distractores y gritos del mundo. También escribí el texto porque era una manera de experimentar el silencio y pensar en la ausencia”.
Desde San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, la ganadora del Premio Primera Novela 2021 con Caballo fantasma (Almadía), menciona que las bibliotecas son una forma de “crear otras realidades y llevar a quienes no pueden viajar por alguna circunstancia por otros mundos. Es una manera de conjurar un nuevo cosmos, describirlo e interpretarlo de otra forma”.
Hace énfasis en que es necesario que las bibliotecas “existan, se repliquen y generen nuevas ideas sobre el mundo, que son muy útiles para sobrevivir en épocas como la que atravesamos. Uno de mis escritores favoritos, Roberto Calasso, decía en Cómo ordenar una biblioteca, que el día que los libros se acaben también lo hará la humanidad”.
Karina Sosa (Oaxaca, 1987) menciona que desarrolló su texto mientras trabajaba de bibliotecaria en el IAGO, la cual era “una manera de estar becada y privilegiada entre tantos libros tan hermosos y distintos”; justo por eso tiene esa conexión con una biblioteca.
“Tiene mucho que ver también con Caballo fantasma; siento que eso hacemos al leer un libro: hacer una anotación al margen y tomar aquello que nos resuena. A fin de cuentas estamos haciendo afinidades entre nuestras ideas y lo que leemos, entre lo que vemos y lo que leemos. Es una conexión que no acaba.”
La también editora revela que en esta novela buscaba hablar de las ausencias. “A partir de ellas pensé en el caballo como algo que da golpes y saltos a través de ciertas búsquedas. Ahí está esta idea del caballo que escapa. Tú lo ves de pronto, pero luego vuelve a ser solamente un rastro, un fantasma”.
Para cada lector, añade Sosa Castañeda, significará algo distinto, “lo va a llevar a los libros que la protagonista busca, pero también hacia otros, otros recuerdos y otras maneras de mirar cómo se mueve un caballo por el mundo. Por ejemplo, el ajedrez, donde esa figura es importante, o la historia de los caballos y el poderío de los reyes. Hay muchas visiones del caballo y su movimiento”.
Explica que cuando “escribimos queremos decir a los otros lo que pensamos de ciertas cosas, de las piedras, las mariposas. Nabokov estaba muy obsesionado con las mariposas y Leonora Carrington, en sus pinturas, muestra estas criaturas en las que ella se transforma. La música, la pintura, el cine, el teatro y la literatura están llenos de aquello que nos obsesiona, nos detenemos a mirar y, a través de estos lenguajes, queremos explicar al otro”.
Reconoce que en su caso le dio importancia a los caballos: “Me impactó mirarlos, encontrar en ese animal algo que para mí era desconocido o que no había sentido, y llevarlo a la especulación o a la ficción.
“Tienen que ver mucho con el pasado y esta melancolía por aquello que no podemos comprender, como todos los animales y las plantas que tienen sus lenguajes propios y sus maneras de sobrevivir a pesar de nosotros.”
Explica que la palabra “ausencia” significa para ella una forma de protegerse del mundo, “en este caso entre libros. Cuando más feliz estoy compro un libro, pero también cuando más triste me siento leo uno. El ocultamiento entre volúmenes es un poco la ausencia, de todo esto tan doloroso, espantoso y cruel que pasa en el mundo”.
También es “entender quiénes somos ante los otros y quiénes son ellos, y saber que nunca puedes poseer nada. A pesar de que tus padres lo sean, nunca van a pertenecerte ni tú les vas a pertenecer a ellos. Son sólo figuras que pasan; como este caballo se ocultan y después son fantasmas. Están corriendo a través de ti”.
Concluye: “Los caballos nos hablan del pasado, pero también la ausencia de la madre es fundamental para replantearnos otras maneras de entender cómo nos conectamos con quienes creemos que son nuestras familias, cómo formamos una familia, cómo la podemos destruir. Explorarlo a través de la ficción fue también una manera de explicarme, no la ausencia de mi madre, sino la de ciertas figuras que parece son necesarias para la existencia: ¿Qué pasa cuando alguien se va de tu vida? ¿Cómo funcionaría mi vida si mi madre o mi padre no estuvieran, o si no tengo a nadie más en el mundo?”