No es un azar que sea justamente en estos momentos de crisis sanitaria en los que la acción destructora de un simple coronavirus ha sacudido la certidumbre de la especie humana sobre su pretendida superioridad frente a tantas otras especies animales, cuando se producen en el cine de autor algunas películas notables sobre híbridos humanoides (metal y carne humana en Titane, de Julia Ducournau; especie ovina y género humano en Cordero, primer largometraje del islandés Valdimar Jóhannsson), las cuales parten de intuiciones alegóricas posmodernas o de simples fábulas folclóricas para transformarlas en auténticos relatos de horror. En el caso de Cordero la idea es mostrar el empeño de un matrimonio de granjeros quienes luego de perder a su pequeña hija, deciden compensar dicha pérdida adoptando a una cría de oveja a la que visten, tratan y ven crecer como un ser humano, volviéndola objeto de una atención parental tan solícita como desmesurada.
Basada en un guión del cineasta Jóhannsson y su colaborador Sjón (Sigurjón Birgir Sigurosson), éste último escritor y letrista de la cantante Björk, la película describe la existencia rutinaria de María (Noomi Rapace) y su esposo Ingvar (Hilmir Snaer Guónason), en una granja muy aislada al norte de Islandia. Entre las muchas incógnitas que plantea el relato, o que deja como espacios vacíos, figura la interacción de los personajes con otros seres humanos en la comarca. Su mundo parece restringirse a una meticulosa cría de carneros y ovejas, ocupación que parece haber cancelado toda comunicación sustancial en la propia pareja. Son pocos los diálogos en la cinta y la gélida atmósfera dominante enfatiza la manera callada que tiene el matrimonio de sobrellevar el duelo por la desaparición temprana de su hija única. A ello se añade algún fenómeno extraño como la misteriosa irrupción de una presencia sobrenatural en el interior de la zona de cría de ganado. Luego de haber asistido a sus ovejas en múltiples faenas de parto, Ingvar y María descubren que una de ellas ha dado a luz, sin ayuda, a un cordero que reviste características muy novedosas que de inmediato les seducen. María despoja así a la oveja madre de su cría, se arroga el derecho de adoptarla como propia, y muy pronto se ilumina el hogar, antes sombrío, con el arribo providencial de una niña/cordero que recibirá el nombre de Ada, mismo de la hija fallecida.
La manera en que el matrimonio vive su nueva normalidad doméstica es perturbadora. Pareciera una célula familiar dispuesta a darle la espalda a toda noción de orden natural. Un visitante inesperado, hermano de Ingvar y antiguo roquero venido a menos, se convierte en el único testigo humano de la insólita sustitución filial en esta originalísima familia profana. Es él quien, a su manera, advierte a la pareja del peligro en que incurren al alterar de ese modo las leyes de la naturaleza. En una escena particularmente emotiva, la madre oveja despojada, emite frente a la ventana de la casa su largo balido de desasosiego por la cría que le han secuestrado, con la esperanza de que esta última lo responda. Su enfrentamiento inútil con la madre sustituta y oportunista es una de los momentos más dramáticos de la cinta, y pese a su carácter inverosímil y fantástico, sin duda conseguirá perturbar a más de un espectador por la inmensa carga de injusticia que entraña ese abuso humano. Y es que de modo similar a posturas morales que denuncian la discriminación racial o las violencias de género, la película instrumenta, de modo novedoso y brutal, una crítica a la arrogancia del especismo, entendido como la creencia de que la especie humana es, por derecho propio, muy superior a cualquier otra especie animal, un prejuicio que libera al individuo de toda responsabilidad o culpa por el trato injusto que inflige a otros animales (ejemplo clásico, la tauromaquia). María e Ingvar alivian su dolor humano a costa de un largo sufrimiento animal, y las consecuencias de esa arbitrariedad ética –socialmente tolerada en muchos otros casos– se reflejarán en una sigilosa revancha del mundo animal en clave de alucinación fantástica. Un cuento con una moraleja oscura, muy a tono con el tipo de narraciones absurdas y desconcertantes que posiblemente habrán de prosperar en estos tiempos nuestros de tenaz incertidumbre.
Se exhibe en Cineteca Nacional, Cinépolis, Cinemex, Cine Tonalá, Casa de Cine y Cinemanía.