Ciudad de México. A pocas horas de dejar el país, Franco Coppola, nuncio apostólico en México agradeció por haber representado al Papa Francisco durante poco más de cinco años en este “gran” lugar, en un país “tan rico, tan fiel, tan creyente, pero tan azotado por la violencia, por la muerte”.
Al encabezar la misa por la Jornada Mundial de la Paz, que conmemora la iglesia católica cada 1 de enero, el diplomático italiano, destacó que México es un “país rico”, porque posee “muchísimos recursos materiales y humanos”, pero advirtió que aquí no se lograra la paz mientras haya tanta desigualdad.
“Hay una parte que vive dignamente, y hay una mayoría que vive pobremente, que vive en pobreza; le falta lo necesario, le falta la instrucción (educación), le falta un trabajo digno. De esta manera no hay paz, y no puede haber paz” y lamentó que a algunos esto no los lleve a actuar, y que por el contrario prevalezca el individualismo.
“Al principio de este año pedimos a nuestra madre (María) liberarnos de nuestro egoísmo, de pensar solo en nosotros y en los nuestros; cada uno a su nivel, con su responsabilidad, tanto el ciudadano como la autoridad, liberarnos de este egoísmo de pensar solo en los nuestros. Unirnos y asegurar lo básico para todos nuestros conciudadanos: la instrucción y un trabajo digno”.
Expuso que eso es lo que propone el pontífice para todo el mundo, “pero me parece de una manera especial responde a lo que necesitamos nosotros en México. Que sea la razón de nuestra oración. Que sea la oración de este inicio de año, de cambiar la mentalidad”.
Esta noche el nuncio parte a Roma, y concluye su labor en el país. Fue designado por el Papa Francisco como nuncio en Bélgica y Luxemburgo, en donde asumirá sus nuevas funciones en unos días.
En la Basílica de la Guadalupe, durante la celebración de la “Solemnidad de Santa María”, y acompañado por Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y arzobispo de Monterrey y el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México, Coppola dijo que cuando fue nombrado nuncio para México conocía el “inmenso trabajo que me esperaba” y recordó que al día siguiente de llegar al país fue a visitar la Guadalupana.
Aguiar Retes dijo que “agradezco a Dios padre el servicio que don Franco ha prestado durante cinco años y medio, como representante del Papa Francisco en México. El señor nuncio Franco Coppola ha concluido su misión en nuestro país, y ha recibido una nueva encomienda como nuncio apostólico en Bélgica y Luxemburgo. Pon en manos de nuestra querida madre su nueva responsabilidad, para que ella lo inspire y asista para bien de la iglesia”.
Subrayó que le han preguntado mucho últimamente como lograr la paz en México, y desglosó que justamente el pontífice hoy dio algunas respuestas de cómo lograrlo a escala global, pero consideró que también eso funcionaría en el país que deja.
“Hoy el papa nos da la respuesta, claro no es nada fácil, pero ese es el camino que tenemos que emprender. Primero dice no se puede lograr la paz si hay división. Hay que juntarse, unirse. La paz es un valor que merece que pongamos de lado las diferencias, que es normal que haya entre las personas, porque para logar la paz hay que ponerlas de lado. Hay que unirse”.
Remarcó que también el pontífice mencionó que “es fundamental que haya instrucción (educación) para todo el mundo. ¡Qué dicha tienen ustedes y sus hijos de poder tener instrucción! Saben que hay millones de niños y niñas que no tienen esta dicha aquí en México. He visitado lugares de nuestro país donde hay los edificios, las escuelas, pero no hay maestros, porque no se animan a ir porque es muy peligroso. No es culpa de los maestros claro, pero de hecho estos niños, estas niñas no tienen escuela. Hasta que no haya escuela para todos nuestros niños y niñas no habrá paz”.
También Papa dijo que “para que haya paz es necesario que haya trabajo digno para cada uno. Si no hay trabajo digno, no hay paz”.
Agregó que lamentablemente no hay solidaridad. “Nos hemos dejado tentar con la idea que tenemos de pensar en nosotros, en los nuestros, en nuestra familia. Lo importante es que nuestra familia esté bien, esté protegida, tenga la instrucción, tenga un futuro, un trabajo, y que esto es suficiente; y ¡no, no es suficiente para nada!”.
El representante papal expuso también que “nuestra generación se siente huérfana, y esta orfandad hace que demos lo peor de nosotros, pero somos hijos de un padre (Dios) y de una madre (María), que no se contenta solo con mirarnos, nos cuida, atiende, escucha y acompaña”.