Cuando están en alerta máxima ( hair trigger) los riesgosos sistemas balísticos intercontinentales y de otros alcances –los de Estados Unidos (EU), Rusia y China armados con dispositivos químicos, biológicos y con suficientes ojivas nucleares y termonucleares (Rusia y EU contabilizan poco más de 90 por ciento del arsenal nuclear mundial)– contienen la capacidad destructiva de transformar al planeta en el campo de batalla de la Tercera Guerra Mundial (TGM), la cual sería “terminal”, porque devastaría la civilización y dejaría a la vida en la Tierra en estado calamitoso, en el mejor de los casos.
Ante todo importa el diálogo en estos tormentosos tiempos cuando es básica la empatía estratégica con atención a nudos geoestratégicos, empezando en Ucrania y Taiwán.
Después del fiasco en el acuerdo entre Mijail Gorbachov y George H. W. Bush de desactivar el Pacto de Varsovia a cambio de “no mover la OTAN ni una pulgada al Este” –el acuerdo fue hecho trizas por los sucesores de Bush– es necesario para la paz mundial la garantía por escrito de no ampliación de la OTAN y del no ingreso a Ucrania.
Sobre empatía estratégica. No hay despliegues de tropas ni emplazamientos balístico-nucleares de Rusia o China en las fronteras de México o Canadá con EU, ni se contempla el ingreso de esos vecinos a coalición bélica alguna, rusa o china.
En contraste, abundan y son inadmisibles los despliegues militares de la OTAN en países cercanos a Rusia y China. Esta unilateralidad bélica se acompaña de sanciones económicas de EU, verdaderos actos de guerra. Aunque son complejas las causas estructurales e históricas de la Segunda Guerra Mundial, casi nadie niega que la unilateralidad bélica nazi la hizo estallar.
En todo estudio sobre el ascenso y descenso hegemónico de EU es erróneo dejar a un lado los ataques atómicos de 1945, ejecutados para impactar la posguerra, en especial al liderato militar soviético, aunque el alto mando militar de EU no consideró necesario el uso de esas armas: ya Japón estaba vencido (ver Gar Alperovitz, The Decision to Use the Atomic Bomb). Todo indica que Truman decidió usar el monopolio atómico en la colocación militar de EU en la sucesión hegemónica de los imperios británico y francés. Con su industria intacta y alta capacidad económica, bancaria y financiera se perfilaba como sucesor, pero siempre atento al muy poderoso ejército rojo, vencedor de la SGM que, en los hechos, triunfó en el principal campo de batalla contra Alemania.
Desde 1945 mucha agua y sangre han pasado bajo el puente. En verdad, torrentes históricos, con fracasos militares de EU en Corea, Vietnam, Irak, Afganistán, Libia, Siria y un largo rosario de masacres designadas “guerras antiterroristas” lanzadas al orbe desde los sombríos y no-aclarados ataques a las Torres Gemelas y el Pentágono (11/S 2001) todo acompañado de jugosos contratos cost-plus con sobrecostos en estabilización (cárceles clandestinas) y “reconstrucción”, junto a múltiples crisis y pánicos financieros en medio de una sobreextensión imperial, golpes y un 11/S encubridor de una diplomacia de fuerza con efectos que en criterio de Immanuel Wallerstein (1930-2019), precipitan el deterioro hegemónico.(“Precipitate decline”, Harvard International Review, julio de 2008).
Al revisar lo ocurrido con el arribo de los neoconservadores a la Casa Blanca, Wallerstein, quien por años ofreció extraordinarios estudios, advirtió desde la década de 1970 que en EU se hizo más perceptible una gradual declinación hegemónica y llamó la atención a que “la invasión a Irak en 2003 habría transformado la situación, de un declive hegemónico lento a un precipitado colapso.” (Ibidem ) Su percepción fue que “EU había perdido su credibilidad no sólo como líder económico del sistema mundo, sino también el de poder militar dominante” (Ibidem). En 2011 ya los acontecimientos castrenses y la persistente debacle económico-financiera y laboral confirmaban que esa era una advertencia de importancia capital por los graves riesgos que conlleva, en especial para América Latina, la propensión de EU de acentuar su proyección militar para neutralizar su desbarajuste económico-fiscal y monetario-financiero.(Ibidem)
Teniendo presente el planteo de Wallerstein, al dar curso a la segunda década del siglo XXI, interesan los enormes cambios en esa ecuación mundial de poder, revisando algunas proyecciones sobre la situación internacional elaboradas por la burocracia de seguridad nacional de EU. En documentos públicos del Departamento de Defensa se da cuenta de la creación del National Intelligence Council, un organismo creado por el gobierno de Bush II luego del 11/S para coordinar la vasta y proliferante burocracia de seguridad e inteligencia de EU. La primera conducción del NIC estuvo a cargo de John Dimitri Negroponte, ex embajador de EU de ingrata memoria en Honduras . Su estancia coincidió con operativos de represión urbana y rural. (Continuará.)