El recién fallecido Desmond Tutu fue un pastor cuyo ministerio tuvo grandes resonancias políticas. Más que teólogo, activista o defensor de los derechos humanos (y en los tres campos destacó), el obispo anglicano Tutu consideraba el centro de sus actividades el ser pastor, en el sentido de cuidar a las personas más vulnerables y hacerlo con la guía de su entendimiento bíblico al respecto.
A continuación va un conjunto de citas del personaje que confrontó al régimen racista sudafricano, y lo hizo mediante vías constructoras de paz, coincidiendo en la tarea con el ministro bautista afroamericano Martin Luther King y su férrea lucha contra el racismo en Estados Unidos.
En carta a John Vorster, primer ministro de Sudáfrica de 1966 a 1978, y después presidente (1978-1979), cuando Tutu era decano anglicano de Johannesburgo, instó al político a efectuar cambios en el ominoso sistema de apartheid que segregaba tajantemente a la población llamada de color. El clérigo partió de un terreno común de dignidad: “Le escribo como ser humano a otro ser humano, gloriosamente creados a la imagen del mismo Dios”. Expone hacia dónde debía encaminarse la sociedad sudafricana, que necesariamente debía ser incluyente: “La libertad, señor, es indivisible. Los blancos de esta tierra no serán libres hasta que todos los sectores de nuestra comunidad también lo sean […] Nos necesitamos unos a otros, y los negros han procurado demostrarle a los blancos que no desean arrojarlos al mar. ¿Por cuánto tiempo podrán continuar dando estas garantías si sólo reciben desprecio como respuesta?”
A causa de su compromiso en favor de abolir el sistema segregacionista, en varias ocasiones Tutu no pudo salir del país para estar presente en conferencias y otros actos a los que le invitaban distintas organizaciones. Para evitar que viajara, el gobierno sudafricano le incautaba documentos de identidad y pasaporte. Así sucedió en 1981, en el cuarto aniversario de la Conferencia de Iglesias de África, en Nairobi, Kenia, cuando Tutu solamente pudo enviar un mensaje grabado, en el que refirió las acusaciones que le hacían acerca de su involucramiento político y, por consiguiente, crítica del régimen racista: “Resulta extraño que esto suceda sólo cuando se denuncia como anticristiano e injusto un sistema sociopolítico y económico en particular. En cambio, si algún líder religioso afirma que ese mismo sistema está en conformidad con el cristianismo, no hay objeciones ni acusaciones de que dichas personas están mezclando religión y política. La Iglesia Reformada Holandesa blanca en Sudáfrica procuró durante mucho tiempo dar una justificación bíblica para la política del apartheid del Partido Nacionalista. En ninguna parte se oyó el reclamo de que aquello fuera mezclar política y religión, pero cuando otros cristianos de Sudáfrica declararon que el apartheid era repugnante para una conciencia cristiana, entonces se le dijo a la gente que la religión y la política pertenecían a diferentes categorías y no debían mezclarse”.
El compromiso de Tutu en construir una sociedad libre de todo tipo de opresiones, y el sojuzgamiento racial mostraba uno de sus rostros más despiadados, procedía de una comprensión bíblica sobre la libertad. Por lo tanto, instaba a que se examinara la “evidencia bíblica para ver qué dicen las Escrituras acerca de la liberación”.
Con esta perspectiva hizo una lectura actualizadora del despojo de una viña sufrido por Nabot a manos del rey Acab y su esposa Jezabel (I Reyes, capítulo 21). En julio de 1981, después de narrar el pasaje citado, Tutu lo comparó con la situación de los habitantes de un poblado sudafricano, Duncan: “Los poderosos de esta tierra les dicen que deben irse de sus propiedades porque ellos las quieren. No les importa que ustedes no quieren dejarlas. Como Nabot, ustedes afirman que sus hogares y terrenos no son una propiedad cualquiera. Son parte esencial de su vida […] Hay suficiente tierra para todos en Su-dáfrica. Lo que pasa es simplemente que hay gente codiciosa que en este momento también tiene poder, y satisface su codicia a expensa de otros a quienes consideran sin importancia y sin poder. Pero éstos son aquellos a quienes Dios defiende. Sudáfrica, por favor, recuerda la historia de la viña de Nabot”.
En octubre de 1984, al ser notificado que había sido seleccionado como Premio Nobel de la Paz, Tutu estaba enseñando teología en Nueva York y dijo que la distinción era una herramienta más que usaría contra el gobierno racista de Pretoria. Concluyo con palabra de Tutu: “Dios habita en ti y en mí, por eso es una blasfemia tratar a los hijos de Dios como si fueran cosas, arrancarlos de sus hogares y arrojarlos en desolados campamentos de reubicación. Jesús dice que cuando hacemos algo a quienes él llamó sus hermanos más pequeños, a él lo hacemos (Mateo 25:35-40). Mi valor es intrínseco, es parte de mi constitución como ser humano creado a la imagen de Dios”.