Cayéndose del mapa, solita en el Atlántico y relativamente distante de las Antillas menores, la isla de Barbados fue atisbada por Cristóbal Colón en su primer viaje (1492-93). Por su escasez de recursos, le prestó poca importancia. Los españoles la bautizaron con el nombre “higueras barbadas” debido a la abundancia de estos árboles en sus playas. Antes de abandonarla, asesinaron a buena parte de la población de arahuacos, taínos y caribes que la habitaban desde 350 dC.
En los textos usuales, la toponimia de las Antillas menores suele dibujarse con letras más grandes que los territorios identificados. El más extenso, Trinidad y Tobago (3.5 veces superior al área de la Ciudad de México), se percibe con claridad en los mapas. En cambio, Barbados cabe tres veces en igual espacio, y se requiere de lupa para observarlo (430 kilómetros, 380 mil habitantes).
En el archipiélago hay ocho países anglófonos, tres de los cuales optaron por sacudirse de la corona británica, adoptando la forma republicana de gobierno: Trinidad y Tobago (1976), Dominica (1978) y Barbados, el 30 de noviembre último. Bienvenida, pues, la república número 23 de América Latina y el Caribe.
Inglaterra ocupó Barbados en 1627, poblándola con presidiarios ingleses, junto con irlandeses que huían de la persecución política o religiosa. Luego, con la introducción de la caña de azúcar, la isla llegó a tener un movimiento comercial de 600 navíos, transformándose en colonia económicamente poderosa y en fortaleza militar estratégica de avanzada en el Caribe.
Inmenso ingenio azucarero en el siglo XVIII (745 plantaciones, 80 mil esclavos africanos), la frondosa arboleda originaria de Barbados quedó pelada a inicios del siglo XIX y con su equilibrio ambiental castigado. Simultáneamente, las guerras. En su prolija historia De Cristóbal Colón a Fidel Castro (Alfaguara, 1970), el dominicano Juan Bosch escribe: “La propaganda mejor hecha sería incapaz de convertir en heroica esa guerra del Caribe, simplemente porque en ella participaron los peores bandidos de la región, con piratas al servicio de las potencias europeas” (página 231).
La revolución antiesclavista y anticolonialista de Haití (1791-1804) pegó fuerte en Barbados. La Asamblea de Barbados ya había enviado delegados al Congreso de Filadelfia, en la cual se declaró la independencia de Estados Unidos (1787). Y George Washington estuvo en Bridgetown, su capital, la única ciudad que el prócer visitó fuera de Estados Unidos. Cuando la gran rebelión de 1808, los esclavos declararon que la isla era de ellos, no de los blancos.
La esclavitud fue abolida en 1834, pero la economía de plantación perduró, con latifundistas europeos que dominaron la vida política de la colonia hasta bien entrado el siglo XX. En 1938 se organizó el Partido Laborista, liderado por Grantley Adams (1898-1971), y los derechos se ampliaron en forma gradual.
Adams fue elegido primer ministro en 1951. Diez años después, Barbados logró la autonomía interna, y en 1966 la independencia dentro del Commonwealth. Otro líder, Earl Barrow (1920-87), contribuyó a crear la Asociación de Libre Comercio del Caribe (Carifta), que en 1973 se transformó en el Caricom. Barrow se acercó al Movimiento de Países No Alineados, y en 1976 el hijo de Grantley, Tom Adams, se autodefinió socialdemócrata ingresando a la Internacional Socialista.
Adams pidió a Washington el retiro de su base naval en la vecina Santa Lucía, y en el segundo lustro de 1970, el país sirvió de escala para los aviones de Cuba que transportaban tropas a la guerra de liberación de Angola y Namibia. Pero en 1983, el gobierno de la isla se alineó con Washington, apoyando la invasión militar a Granada.
¿Importa el espacio físico de un país? Depende. Con apenas 70 mil habitantes, las islas Caimán ocupan la mitad de la superficie de Barbados. Por ende, una mirada neoliberal podría concluir que a estas antiguas cuevas de la piratería europea (fundacionales del capitalismo moderno) habría que llamarlas “paraísos fiscales”… No es para menos: sólo Caimán tiene 40 mil compañías extranjeras, 600 bancos y 500 mil millones de dólares en activos...
En la ceremonia solemne que proclamó la república, la primera ministra Sandra Mason consagró a Rihanna (Robyn Rihanna Fenty, nacida en 1988), “heroína nacional”. Reina de la moda y la artista musical más influyente y exitosa del siglo XXI (la más vendida de todos los tiempos, según el libro Guinness), Rihanna posee una chequera de mil 500 millones de dólares, equivalente a la tercera parte del PIB de Barbados…
A diferencia de los países hispanoamericanos y otros del Caribe, Barbados careció de un desarrollo vigoroso de su conciencia nacional. Sin embargo, cuando en 2020 los barbadenses lograron que las autoridades retiraran del centro de Bridgetown la estatua del almirante inglés Horacio Nelson, quedó claro que el legado anticolonialista y antirracista de escritores como George Lamming (1927) también forma parte ineludible de su sentido de nacionalidad.