A partir del informe Flexner, publicado en 1910 y patrocinado por John D. Rockefeller, en Estados Unidos y luego en el resto del mundo occidental se erradicó la medicina natural o tradicional, dejando sólo la alopatía como método válido y legal para hacer negocio con los enfermos, bajo el argumento de que “no era creíble” curar con plantas o con espíritus, que eso eran “creencias absurdas”, forzando a que “las creencias sociales” se alinearan con su negocio.
Si alguien no cree en el médico y su medicamento sólo se cura a 5 por ciento, confirmando que lo que más cura es la creencia. Por muchos alópatas es aceptado que 90 por ciento de las enfermedades tienen un origen emocional. Se genera un desequilibrio que termina generando el desbalance físico; es decir, “la mente es la causa principal de tu enfermedad”, incluso una infección se entiende como “darle mayor permiso” a los patógenos que siempre están en nuestro organismo. Para el médico alópata, aunque la mente te enferme el químico te cura, no la mente al restablecer el orden original.
Si la versión oficial, tanto de medicina como de pandemia, estuvieran equivocadas, y de hecho lo están, es debido a creencias falsas como que las vacunas sirven para algo (1), que la baja en los contagios se debió a unas inyecciones que no protegen del contagio (2) en lugar de al proceso de inmunidad colectiva natural, así como a que los medios han difundido productos milagro: cubrebocas, distanciamiento e inyecciones de grafeno más proteína spike, todos ellos sin sustento científico (3), por eso son “milagro”, pues provienen de quien debiera ser una fuente científica como la OMS.
El engaño se consumó y vamos rumbo a un control fascista digital-farmacéutico sin que en el mundo la izquierda se entere o intente defenderse de la peor derecha internacional: Black Rock-Pfizer-Fauci-Darpa-OMS-Gates. Se puede pensar que esto es una locura, pero no lo es. Existen numerosas pruebas de esta conspiración, incluido el amplio expediente del doctor David Martin (4). Anthony Fauci, asesor médico del gobierno estadunidense, y todos sus secuaces terminarán en la cárcel por esto, como apunta Carlos Fazio en su artículo del viernes 24; sin embargo, los gobiernos que lo siguieron están en grave peligro mientras la derecha internacional gana terreno contra los regímenes progresistas. ¡Hay que despertar! Referencias: fabver.org; feril.jor@gmail.com