Coyuca De Catalán, Gro., Productores de mezcal del ejido de Zihuaquio, municipio de Coyuca de Catalán, en la región de la Tierra Caliente de Guerrero, desplazados por presuntos miembros del cártel Jalisco Nueva generación (CJNG) desde hace casi dos años exigieron al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, su mediación para regresar a sus comunidades.
El 26 de enero de 2020, los más de 320 campesinos productores de los poblados de Zihuaquio, La Cañada, Casas Viejas, La Fragua, La Palma, Santa Ana, La Nogalera, Las Vaquitas y Piedras de Amolar, que elaboran el mejor mezcal de la entidad, huyeron junto con sus familias por caminos de terracería y cerros hacia la localidad de Vallecitos de Zaragoza, donde permanecen.
Ese día, los presuntos pistoleros del CJNG irrumpieron en Zihuaquio y comunidades aledañas; prendieron fuego a 60 casas y destruyeron unas 15 destilerías, que ese año producirían unos 120 mil litros de mezcal, lo cual les dejó pérdidas de más de 24 millones de pesos.
Sicarios al mando
A principios de este mes, los mezcaleros desplazados acompañaron a un grupo de reporteros rumbo a Zihuaquio, pero ante las amenazas de un presunto grupo delincuencial al mando de un sujeto conocido como El Flavio, el grupo desistió de llegar a esa localidad.
Debido a que los hombres están amenazados de muerte si intentan arribar a Zihuaquio, en un primer momento se propuso que un grupo de mujeres trasladara en cuatrimotos a los comunicadores; sin embargo, se informó que habría acompañamiento de la Guardia Nacional, por lo que se decidió que fuera un grupo de varones, entre ellos un adolescente de 15 años, el que encabezara la caravana.
Los periodistas recorrieron 280 kilómetros de Chilpancingo a Ciudad Altamirano; de ahí 160 kilómetros por la carretera que va de Altamirano (en la región de la Tierra Caliente) a Vallecitos de Zaragoza, municipio de Zihuatanejo (Costa Grande), más 55 kilómetros de terracería rumbo a la Sierra Madre del Sur.
Cerca de las 13 horas, y a pesar de las amenazas del presunto grupo criminal, partió la caravana desde Vallecitos de Zaragoza rumbo a Zihuaquio, por un accidentado e inseguro camino de terracería; después de varias horas de camino, se llegó al poblado Casas Viejas, a un kilómetro de Zihuaquio; en este lugar el guía dijo que no había condiciones de avanzar más.
Dijo que se temía por la seguridad de los reporteros, y también de los miembros de la Guardia Nacional que habían protegido la caravana, por lo que se acordó retornar a Vallecitos de Zaragoza, pero por seguridad se planteó pernoctar en el punto conocido como Las Mesas y partir temprano.
Antes, en el poblado de Casas Viejas, donde habitaban entre 30 y 40 personas que huyeron por la violencia, el guía de la caravana recordó: “Se fueron por miedo a que los extorsionaran o porque los obligaran a hacer cosas que no quiere uno. Nosotros huimos hace dos años. Ese día (26 de enero) rodearon el pueblo y nos tiraban de balazos, espantando a las familias. Fueron dos días de tiroteo”.
Lamentó no haber llegado a Zihuaquio, “pero como ya vieron, la carretera está en muy malas condiciones, y no pudimos llegar; ya llevamos dos años y no podemos regresar por miedo. Las familias están espantadas. Quisiéramos seguridad para poder volver. No hemos recibido nada del gobierno; antes, cada mes llegaban despensas, pero ahorita tiene como tres meses que no nos traen”.
En el camino de regreso, el joven de 15 años, a bordo de su cuatrimoto, advirtió: “Aquí el camino está mejor, pero es la parte más cabrona. Luego esa gente (los pistoleros) está en los cerros”. En Zihuaquio “yo estudié hasta segundo grado en una telesecundaria, y la terminé en Vallecitos (de Zaragoza), pero ya no pude seguir porque le ayudo a mi jefe cuando va al campo a sembrar maíz”.
Después de varias horas, la caravana llegó a Vallecitos de Zaragoza, pasadas las seis de la mañana, y fue recibida con café, queso, guisados de pollo y jabalí, frijoles, tortillas hechas a mano y mezcal.
Al final, se improvisó una conferencia de prensa con las familias desplazadas: “En las noticias dicen que uno va a regresar a trabajar y que todo va a terminar, pero vemos que no hay mucho avance. Ojalá ahora sí, con la gobernadora podamos regresar a trabajar los magueyes, la agricultura, el ganado, que son la fuente de trabajo en toda la sierra, no nada más para nosotros”.
Controlan madera y minas
La caída del precio de la amapola dejó en la pobreza a decenas de poblados de la Ciénega de Puerto Alegre, Los Guajes de Ayala y Carrizalillo, municipio de Eduardo Neri, donde ahora las bandas delincuenciales controlan no sólo los poblados, sino también la madera, las minas, y lo poco que queda del trasiego de la droga.
Una madre de familia dijo que no tienen confianza para mandar a sus hijos a la escuela. “Sí van, pero necesitamos apoyo. No tenemos becas. Allá (en Zihuaquio) estudiaban, antes de que hubiera problemas.
“Queremos regresar a nuestro pueblo. Allá ya sabemos cómo trabajar, cómo se mantiene uno; aquí no hay ni trabajo. Sobrevivimos de lo poquito que a veces la gente nos da. Allá cada quien tiene su trabajo, sus vacas, sus cochinos, sus gallinas. Era más fácil mantenerse uno, pero quedamos aterrorizados con tanta cosa que pasó”, relató.
–¿Qué pasó ese día (26 de enero de 2020), cómo lo vivió usted en Zihuaquio?
–Era espantoso, porque había mucho balazo. Nos dieron (los pistoleros) poco tiempo para sacar de la casa lo poquito que pudimos salvar; todo lo demás se perdió. Quemaron casi todas las viviendas, destecharon, todo se llevaron”.
Acompañada de una de sus hijas, pidió al presidente López Obrador y a la mandataria estatal Evelyn Salgado “que nos apoyen para el regreso a nuestro pueblo, para seguir viviendo en paz, que es lo que extrañamos”.
Afirmó que han visto a los pistoleros merodeando sus casas prestadas o rentadas en Vallecitos de Zaragoza. “Por ahí los ve la gente escondidos, queriendo seguir atropellando a la gente”.
Otro desplazado explicó que Zihuaquio “es la cabecera de todo el ejido, de poblados como La Cañada, Casas Viejas, La Fragua, La Palma, Santa Ana, La Nogalera, Las Vaquitas, y Piedras de Amolar”, con cuyos habitantes “nos venimos juntos (desplazados por la violencia) por caminos de terracería y cerros”
En esas demarcaciones, agregó, “hay mucha gente afectada; una parte huyó, pero en Los Hinojos y El Ídolo se quedaron y ya están con el mal (los delincuentes)”.
Perdieron equipos de las destilerías
“Ya no queremos más violencia, queremos la paz, porque de eso se está hablando desde que entró el presidente (López Obrador); a nosotros no nos importa que el gobierno nos pase lista todos los días y que vean en lo que estamos trabajando. No pensamos vivir de la amapola ni de la mariguana. De eso no hemos vivido”, aseguró.
“Exigimos al presidente y a la gobernadora seguridad para poder regresar; queremos nada más ayuda para trabajar. Difícilmente vamos a comprar todas las cosas que nos quemaron, como láminas para las vinatas. Los equipos para elaborar mezcal son muy caros y no tenemos para comprarlos”.
Expuso que los habitantes de esta región votaron por el partido Morena porque “el presidente López Obrador dijo que nos iba a apoyar en todas las cosas, entonces nos cae de raro que ya llevamos más de dos años y no hemos podido regresar a Zihuaquio. Y sin trabajar sin nada, ¿de qué se sostiene la familia?”
Explicó que los habitantes de Zihuaquio son productores de mezcal. “Cada fábrica da trabajo a entre ocho y 10 personas y se paga buen sueldo; de ahí alcanza para todos. La producción de mezcal sólo de Zihuaquio es de unos 20 mil a 30 mil litros al año.
“Quedan algunas vinatas, pero están abandonadas. Se perdieron como mil 700 reses, las dejamos ahí. Las que no se murieron se las llevaron, además de chivos, caballos y burros. Producíamos leche y sus derivados”.
Insistió: “somos mucha gente afectada, no nomás nosotros, muchas familias y amigos dondequiera, y nos damos cuenta de otras gentes en otras zonas que están sufriendo lo mismo que nosotros”.
En cuanto al cultivo de maguey, explicó que se trabaja de enero a mayo. “A veces a unos se les acaba pronto; no todos tienen tanto, lo que alcanza para dar trabajo a muchos peones”.
Mencionó que en la sierra entre 30 y 35 por ciento de los pobladores se dedican a la siembra de amapola y el resto a la fabricación de mezcal.
Según organizaciones no gubernamentales, en Guerrero hay más de 10 mil desplazados por la violencia de años recientes en los municipios de Coyuca de Catalán, San Miguel Totolapan, Ciudad Altamirano, Zirándaro, y Ajuchitlán del Progreso, en la Tierra Caliente.
Este fenómeno también ha afectado a Iguala, Taxco, Apaxtla, y Teloloapan, en la zona norte; a Chilapa y Zitlala, en la Montaña baja, y a Tixtla y Chilpancingo, en la zona centro.
Los gobiernos en turno no han cumplido con lo estipulado en la Ley Número 487 para Prevenir y Atender el Desplazamiento Interno en Guerrero.