Cuando perdió el campeonato mundial en peso mínimo, Anabel Avispa Ortiz consideró que había llegado al final de su carrera. Después de 14 años de actividad en los cuadriláteros, 35 combates y poco reconocimiento, la boxeadora se sentía cansada.
“No es fácil dedicarse a esta carrera y atender una familia y buscar otros medios para mantenerla, porque en México, las mujeres no podemos vivir del boxeo”, comenta Anabel; “por eso quiero ganar en Estados Unidos lo que no pude en toda mi carrera en México”.
Tenía un pie afuera de este oficio y le llegó una oportunidad. Pelear ante Marlen Esparza, una ex púgil olímpica en pleno éxito, y Anabel aceptó a pesar de que el encuen-tro fue dos divisiones arriba de la que fue monarca.
Hace una semana peleó ante Esparza en San Antonio, Texas. La diferencia de peso le jugó en contra y perdió, aunque la derrota no la derribó en su autoestima.
“Quería probarme en esa división, porque en mínimo ya me mataba mucho para dar el peso”, reflexiona; “creo que para ser más grande, la pegada de Marlen no era muy fuerte. Si yo gano masa muscular, puedo hacer daño en esa categoría”.
Lo más importante en esa prueba no fue la mera experiencia en una nueva división, sino la posibilidad de trabajar con una empresa estadunidense como Golden Boy. Ahí, cuenta Anabel, tendrá más oportunidades y las condiciones de trabajo serán incomparables a lo que vivió durante toda su carrera.
Ser mujer, lo más difícil
“Ser mujer en el boxeo es muy difícil, no sólo porque los sueldos no nos permiten vivir exclusivamente de este oficio. Tenemos que buscar otros ingresos, más cuando tenemos familia que sostener. El trabajo es más complicado en el gimnasio, con promotores y compañeros; incluso encontrar sparrings es difícil, no quieren trabajar porque el boxeo femenil no es bien remunerado y le hacen el feo”.
La popularidad que ha ganado el boxeo femenil en Estados Unidos abre una puerta que muchas mexicanas quieren aprovechar.
Se sentía retirada, pero la Avispa quiere tener lo que durante años se le negó y del retiro, ya ni pensarlo.