Madrid. La erupción del volcán de La Palma concluyó oficialmente este 25 de diciembre, alrededor de las 9 de la noche, dejando tras de sí una estela destructiva que arrebató su hogar a miles de familias y devastó una parte sustancial de la isla.
El archipiélago canario, que es la región más austral del territorio español ubicado al noroeste de África, en el Atlántico, ha tenido a lo largo de su historia una intensa actividad volcánica.
El saldo provisional de la catástrofe natural es de al menos 7 mil personas desplazadas, mil 278 hectáreas arrasadas y alrededor de mil 700 edificaciones destruidas, incluidas casas, hoteles, negocios comerciales y templos.
La comunidad científica llegó a una conclusión inequívoca la noche de ayer e indicó que a 10 días del cese de cualquier tipo de actividad en el cráter del volcán, “la erupción ha terminado”. Así lo anunció el consejero de seguridad de las Islas Canarias y vocero del Plan de Emergencias, Julio Ruiz.
La erupción de La Palma duró 85 días y llegó a tener en su momento álgido una actividad incesante a través de seis cráteres que provocaron conos que llegaron a superar los mil 100 metros sobre el nivel del mar. Además, la espesa lava alcanzó un grosor de hasta 70 metros. La erupción volcánica provocó a su vez una actividad en el subsuelo que provocó hasta mil terremotos de baja y media intensidad, situación no vista en la historia reciente.
Stavros Meletlidis, uno de los expertos e investigador del Instituto Geográfico Nacional, advirtió que “a pesar de que ya se da por concluida la erupción, aún tenemos un problema con la emisión de gases difusos. Queda proceso magmático con algo de sismicidad; una actividad remanente que va a durar días, meses o incluso años hasta que se produzca el equilibrio anterior a la erupción”.
Esto obligará a los vulcanólogos a mantener una vigilancia intensiva del interior del cráter en los próximos meses, para estar atentos a cualquier variación y con el fin de adoptar medidas de emergencia, de ser necesario.
Reconstrucción y riesgos
También queda un largo proceso para la reconstrucción de una isla devastada, en el que se deberá dar asistencia material y humanitaria a miles de damnificados que se quedaron sin casas, sin negocio y hasta sin barrio. Muchos de ellos siguen clamando para que lleguen las ayudas públicas prometidas por el gobierno del presidente Pedro Sánchez, que hasta ahora se reciben a cuenta gotas y con numerosos e interminables trámites.
Sánchez recibió con beneplácito la noticia de que la actividad del volcán terminó y otorgó “todo mi reconocimiento a los palmeros y palmeras. Seguiremos trabajando juntos y juntas, todas las instituciones, para relanzar la maravillosa isla de La Palma y reparar los daños ocasionados”.
Mientras, el jefe del Ejecutivo canario, Ángel Víctor Torres, declaró: “Ojalá el final de la erupción hubiese sido muchísimo antes. Su capacidad destructiva ha sido la mayor en la historia de Canarias”.
Torres hizo además un llamado a la prudencia pues insistió en que, aunque la erupción se da por concluida, persisten numerosos peligros para la ciudadanía, que no dejaran de ser una amenaza hasta que la comunidad científica no lo garantice.