Pekín. Los Juegos Olímpicos de invierno de Pekín (del 4 al 20 de febrero) serán, según sus organizadores, el encuentro deportivo con las mayores restricciones sanitarias desde el inicio de la epidemia de Covid-19.
Los participantes quedarán confinados en una “burbuja cerrada”, más impermeable que la impuesta por los organizadores de los pasados Juegos de verano en Tokio 2020.
China ha logrado erradicar con éxito la epidemia en su territorio desde mediados de 2020, gracias a una estrategia “cero Covid” consistente en tomar todas las medidas posibles para limitar la propagación: cuarentenas, confinamientos, test, reducción de vuelos internacionales, aplicaciones de seguimiento a través de los smartphones, entre otras.
Los organizadores de los Juegos de invierno aplicarán la misma severidad, aislando a los participantes en lo que llaman una “burbuja cerrada”, sin contacto alguno con el resto de la población.
Deportistas, árbitros, delegaciones, voluntarios, miles de personas quedarán encerrados en esta burbuja nada más al llegar a Pekín y hasta su salida de la capital china.
En Tokio, el pasado verano, los periodistas, por ejemplo, pudieron abandonar la burbuja después de dos semanas y mezclarse con la población local.
En cambio, en Pekín nadie podrá salir durante toda la duración de los Juegos. Eso incluye el alojamiento, las comidas y los desplazamientos entre las tres zonas de competición, a veces distantes de 180 kilómetros.
Las personas que utilicen el tren de alta velocidad para desplazarse entre las zonas olímpicas deberán, por ejemplo, ocupar un vagón separado del resto de los pasajeros.
Los Juegos de Tokio también tuvieron su burbuja, pero con agujeros, mientras en Pekín todos quedarán aislados sin posibilidad de salir.