La mañana del 23 de diciembre de 2020, la esperanza de que algún día se podría derrotar la pandemia de SARS-CoV-2 cobraba forma: tocaba tierra mexicana la aeronave que transportaba las primeras 2 mil 925 dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech, provenientes de su planta en Bruselas, Bélgica.
En el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), secretarios de Estado, diplomáticos, personal militar y la prensa atestiguaron el aterrizaje a las 9:01 horas de ese embarque en medio de un ambiente de alegría y satisfacción por ser de los primeros países del mundo en tener acceso a los biológicos.
Era el preludio de la campaña de vacunación más grande que haya emprendido México. Jorge Alcocer Varela, titular de la Secretaría de Salud (Ssa), mostró con orgullo a la prensa el documento del embarque, que puso en sus manos el canciller Marcelo Ebrard. El reporte daba cuenta de la entrega formal del primer cargamento por la empresa de mensajería DHL.
“Hoy es un día para recordar”, aseguró Alcocer, quien conminó a no dejarse llevar por “el exceso de optimismo” y pensar “ingenuamente” que con este antídoto “la lucha contra el virus ha terminado”. El tiempo le ha dado la razón. Las nuevas variantes catalogadas como de preocupación por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una y otra vez amenazan con socavar los logros alcanzados.
No obstante, las vacunas han logrado que la mayoría de quienes contraen el virus no desarrollen una enfermedad de gravedad o mueran. En un año, han llegado al país 194 vuelos con biológicos.
Durante los primeros meses, esos arribos tuvieron amplia cobertura mediática, y más si eran voluminosos, como ocurrió con el primer millón de vacunas que llegó a México el pasado 13 de marzo. Las citas de madrugada en el AICM fueron muchas, pero un año después son pocos los medios que siguen reportando su llegada, aunque del suministro de biológicos dependen no sólo la salud de millones de mexicanos, sino también la recuperación económica, social y laboral del país.
No sólo fue importante el acceso a los biológicos; el gobierno federal desarrolló un sistema de distribución y protección de las vacunas coordinado por Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex) y las fuerzas armadas, lo que ha permitido aprovecharlas al máximo y garantizar un uso oportuno.
Protección militar
Las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y Marina Armada de México (Semar) y la Guardia Nacional (GN) han tenido rol central en la custodia y distribución de los biológicos. “Las fuerzas armadas siempre estamos custodiándolas, garantizando que lleguen a su punto de destino. Sabemos que son un tesoro nacional, por eso nunca las perdemos de vista”, dijeron a La Jornada elementos castrenses.
Los convoyes, explicaron en entrevista en la aduana del AICM, parten muy temprano a sus lugares de destino. “Siempre se trasladan a primera hora para evitar viajes nocturnos. Hasta ahora nunca hemos tenido un incidente. Las vacunas van seguras”, afirmaron.
Una vez que se descargan de las aeronaves, los contenedores de metal permanecen bajo vigilancia de elementos de la Semar, con lo cual inicia un proceso coordinado y ágil para su pronto traslado y resguardo.
Prioritario, mantener la cadena de frío
Los biológicos anti-Covid, adquiridos a cinco farmacéuticas con las que el gobierno federal suscribió contratos (Pfizer-BioNTech, AstraZeneca, Sinovac, Sputnik V y CanSino Biologics), se trasladan a la puerta 3 de la aduana, donde personal de esta oficina, así como de Birmex y miembros del Ejército, verifican la cantidad de vacunas entregadas y que se mantenga la cadena de frío.
Tras su revisión, los biológicos pasan a la plataforma de importación, donde se vacía el contenedor para trasladarlos en camiones refrigerados hacia las instalaciones de Birmex o del Instituto Nacional de Cancerología, si se trata de inmunizantes de Pfizer-BioNtech, que deben resguardarse en ultracongeladores. Todo el proceso es vigilado por elementos de la Sedena y la GN.
En las instalaciones de Birmex se comprueban una vez más la cantidad y que no se rompa la cadena de frío. Ahí se disponen los contenedores con las cantidades de inmunizantes que se envían a cada entidad conforme señala el Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia de la Ssa.
Una vez que el cargamento llega a los almacenes estatales, cada Secretaría de Salud local se encarga de su distribución a los centros vacunación, proceso que es vigilado por personal militar.