La pose de “frágil” de la escritora y periodista estadunidense Joan Didion, quien falleció este jueves, escondía su dureza esencial; era tierna de corazón, “pero no quería que se supiera”, explica la narradora Joyce Carol Oates.
En su cuenta de Twitter, Oates detalla el vínculo entre ambas candidatas constantes al Premio Nobel de Literatura: “Cuando nos conocimos, las dos habíamos perdido a nuestros maridos poco antes; nos dimos la mano y murmuramos juntas, sin que nadie nos oyera, lo ‘irreal’ que se había vuelto la vida... Creo que esta ‘irrealidad’ no la entienden mucho los demás; impregna el resto de la vida como un gas invisible”.
Agrega: “¡Muy triste! Joan y su marido John Gregory Dunne eran una pareja extraordinaria, totalmente entregados el uno al otro y totalmente honestos al escribir sobre su matrimonio”.
Añade que, aunque “Joan Didion escribió comentarios mordaces sobre el feminismo, ella misma era (por supuesto) una ardiente feminista; una que desconfiaba de cualquier pensamiento de grupo, y que creía, por su experiencia, que los acontecimientos más profundos de nuestras vidas son emocionales, personales, no políticos”.
Oates recuerda que “personalmente, me he encontrado con Joan menos de una docena de veces, pero siempre sentí que éramos amigas; la última vez estuvimos juntas en un panel para la biblioteca de la UC-Berkeley, y Joan, maravillosamente, no habló más allá de un susurro. Todo el mundo se inclinó para escuchar.
“En Princeton, presenté a Joan Didion ante un numeroso público; ella insistió en ponerse de pie, en lugar de permanecer sentada, con un aspecto absurdamente frágil y tembloroso; luego, subió al podio para leer una charla preparada, y tuvo el control absoluto.
Oates concluye que “Muchos escritores tienen sus schichts (facetas): mientras para Mailer la pose machista ocultaba su sentimentalismo esencial para Joan Didion la pose ‘frágil’ escondía su dureza esencial. Ambos eran, en efecto, tiernos de corazón, pero no querían que se supiera”.
La escritura del yo
El escritor Alberto Chimal explica a La Jornada: “La vida y la obra de Joan Didion no se entienden si no se toman en cuenta su tiempo y su lugar. Ella es una escritora que brilló especialmente en un tipo de ‘no ficción’ muy particular, que se ha dado sobre todo en el medio editorial de Estados Unidos y que tuvo su periodo de mayor brillantez en el último tercio del siglo XX. No es del todo ‘autoficción’, ‘testimonio’ ni ‘autobiografía’ como se entienden ahora: la suya es una escritura del yo, pero también del mundo, que necesita hacer referencia a los temas de su momento para justificar que sea publicada; además, necesita sobreponerse a los prejuicios de una cultura que desprecia (o monetiza) toda noción de ‘arte’, en especial cuando se manifiesta en algo tan intangible como la literatura.
“Didion logró sobreponerse y convertirse en una autora, mucho más que una articulista o ‘creadora de contenido’, y esa es una medida de su tenacidad y de su genio que cualquiera puede ver. Lo demás, que es mucho, está en sus libros.”