Los líderes de organizaciones sociales han dejado de tomar las instalaciones de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) en la Ciudad de México para pedir apoyos. Ya eran “clientes asiduos”, siempre venían a solicitar el respaldo, pero éste nunca se reflejó en ayuda a los campesinos, “no sacaron de la pobreza a nadie”, y ahora ya no estamos con esos intermediarios que “no eran necesariamente honestos”, sostiene el titular de la dependencia, Víctor Villalobos.
Ahora se tiene la experiencia de tres años de trabajar para los agricultores con los programas sociales, con los que “incidimos en forma directa, sin intermediarios ni corrupción; les damos el apoyo ya sea con fertilizantes, precios de garantía o apoyos económicos antes de que preparen sus tierras”, explica en entrevista con La Jornada.
A la mitad del sexenio, Villalobos emite un balance del sector y con entusiasmo apunta que 2022 no tendrá precedente en cuanto a productividad y será “quizá el mejor año de la agricultura del México moderno”, porque el agua de riego está garantizada, aunque la mayor parte de la agricultura es de temporal.
En relación con la dependencia alimentaria que han señalado organismos como el Consejo Nacional Agropecuario, indica que en caso particular del maíz, las compras al exterior de alrededor de 16 millones de toneladas al año bajarán en unos 8 millones. Y argumenta que se importa maíz amarillo porque no se estimuló la producción nacional.
“Fue una mala política” importar en lugar de estimular la producción. Precisa que hay 5 millones de hectáreas en el sur-sureste del país que pueden producir el maíz que se adquiere en el exterior, aunque el país es autosuficiente para consumo humano de la gramínea, que es de 21 millones de toneladas al año.
Villalobos sostiene que el aumento en los precios de alimentos, como el maíz, no se debe a que en el país no se produzca, pues “la oferta de alimentos no se ha detenido”. Asevera que hay una serie de factores que inciden: el incremento en los precios del transporte y de insumos como el gas o los fertilizantes, cuya demanda internacional ha crecido. Además, “de 8 millones de toneladas de urea que China importaba, ahora adquiere 28 millones. Trastocó el mercado mundial”. Todo esto impacta en los productos de primera necesidad, señala.
Confía en que en la segunda mitad del próximo año se llegará a una situación normal, aunque las previsiones “están sujetas a factores que están fuera de nuestra capacidad de controlar”. Asegura que este año se cierra con aumentos en la producción de granos básicos; hay un incremento de 6.5 por ciento para llegar a 38.8 millones de toneladas de maíz, frijol, arroz, trigo y sorgo.
En cuanto al maíz, “que es sensible y se afecta por la inflación coyuntural”, se prevé una producción de 28.8 millones de toneladas; “tendremos una cosecha sin precedente, 5.1 por ciento más que en 2020”, anticipa.
Concluye que la producción va en aumento: en frijol se prevé crecimiento de casi 28 por ciento y se cosecharán 1.3 millones de toneladas, mientras el incremento en trigo es de 8.8 por ciento, de 7.8 en arroz y 8.2 en sorgo.