La ascensión humana debe ser el motivo principal de la poesía, expresa Benjamín Anaya González (Ciudad de México, 1963), editor y promotor cultural, con motivo de la publicación de El cosmos terrenal (Ediciones la Cuadrilla de la Langosta, 2021), su primer poemario.
Para el también fotógrafo y guitarrista, quien se define como un “alma libre”, la poesía debe buscar el camino del ser humano hacia “una libertad que no le da nadie, que se tiene que dar a sí mismo, con o sin entornos violentos, con o sin amor, con o sin recursos”.
Para ello, “debemos merecernos la poesía. Entenderla, no desde la lengua, sino desde lo sensible, desde la luz que tiene la gran poesía”.
Anaya González no cree que la poesía tenga que ser sencilla para que la entiendan todos. “Su propio lenguaje lo va diciendo. Tiene que revelarnos formas, el corazón profundo del sentir.”
En El cosmos terrenal, reflexiona sobre el tema de “no perder la espiritualidad en un mundo tan violento”. Su poesía, entonces, responde a una profunda necesidad de saber perdonarnos, no nada más en el sentido cristiano, sino, sobre todo, del remedio humano para olvidarnos de lo mundano, de todos los odios y demás que nos detienen en nuestra búsqueda como seres libres que da justamente la vida espiritual y en comunidad”.
Desde adolescente, el entrevistado acompañaba con su guitarra a poetas en distintas luchas sociales. “Me uní con mi guitarra a muchas voces a fin de acompañar, en el sentido de hacer una composición en torno al sentir, al pensar y el impacto de la palabra. Mi búsqueda de la poesía siempre en los lenguajes de interacción en los que he participado como fotógrafo, músico y escribiendo textos; me llevaron a decir: no sólo voy a hacer letras de canciones –eso ya lo hice con los grupos Restos Humanos y Extraños Unidos, en Chicago– , sino madurar hacia el lenguaje de la poesía”.
El cosmos terrenal surgió primero como un cuaderno de apuntes de “mis textos en soledad, de un tiempo muy hermoso, aunque muy solitario, que viví en Chicago entre 2007 y 2012. Me fui a emprender la Feria del Libro Mexicano y Latino que se llevó a cabo varias veces”.
El poemario se divide en cinco partes. Los primeros poemas fueron revisados por el nicaragüense Ernesto Cardenal (1925-2020), por quien Anaya González siente un enorme aprecio. “Para mí, el libro tiene mucho de las formas de ver las cosas de Cardenal, aunque también de Lawrence Ferlinghetti, con quien participé en una mesa en 2003”, anota.
Los seis poemas de la primera parte, Adviento, tienen que ver con “cómo interpretamos el big bang; es decir, el origen del universo”. El poema La alegría de la gente fue galardonado con el Premio de Poesía Visual en 2010, por la Universidad De Paul y la Revista Contratiempo.
El regreso, la segunda parte, es resultado de la vuelta de Anaya González a un México “violentadísimo”. Aquí los poemas empiezan con “re”: Reliquias, Remedio, Restauración, Recomenzar, y tienen música que pronto saldrá en un disco. Son “una lectura de lo implacable que es México cuando regresas siendo inmigrante”, acota.
Siguen Renacimiento, que gira en torno a la idea de reinventarse después del choque de la condición migrante; Sanación, cuyos poemas son amorosos, mientras los de La transmutación del alma lo son de mayor intensidad.
Para mayor información sobre el libro escribir a benja_anaya@yahoo.com o mandar un mensaje al Facebook de Ediciones la Cuadrilla de la Langosta.