París. Al cabo de una espera de 30 años y tras superar innumerables problemas, el telescopio James Webb –el instrumento de observación más grande y potente hasta hoy– será lanzado mañana al espacio, donde escrutará los orígenes del universo y explorará exoplanetas parecidos a la Tierra.
El lanzamiento, que estaba previsto para este martes, fue aplazado debido a “malas condiciones meteorológicas”, anunció la NASA.
El telescopio James Webb seguirá los pasos del mítico Hubble, con el objetivo de esclarecer dos preguntas esenciales: ¿De dónde venimos? y ¿estamos solos en el universo?, resumió Amber Straughn, astrofísico de la NASA, en conferencia de prensa a inicios de mes.
Concebido en 1989 y bautizado JWST (James Webb Space Telescope, en honor de un ex dirigente de la NASA), el aparato fue diseñado en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Cala Canadiense (CSA).
Su desarrollo estuvo marcado por innumerables problemas que aplazaron el lanzamiento durante años y que cuadruplicaron los costos iniciales hasta alcanzar 10 mil millones de dólares. Fue fabricado en Estados Unidos y su lanzamiento se llevará a cabo en Kourou, en la Guayana Francesa, a bordo de un cohete Ariane 5.
“Estamos muy emocionados. Esperamos este momento desde hace mucho tiempo”, explicó a la AFP Pierre Ferruit, uno de los científicos a cargo del proyecto en la agencia ESA.
Para Ferruit, como para muchos otros científicos e ingenieros, la misión representa un logro al que consagraron su carrera. La lista de espera para acceder a los horarios de observación crece y la agencia ESA ya ha recibido más de mil solicitudes sólo para el primer año de funcionamiento.
Para el científico, esto demuestra que “las cuestiones por las cuales el Webb fue concebido siguen siendo de actualidad, 20 años después”. Este “observatorio generalista” sin parangón, tanto en tamaño y en complexidad, está dotado de un inmenso espejo compuesto de 18 segmentos hexagonales. Su diámetro es de 6.5 metros, tres veces el del Hubble.
El espejo es de tal magnitud que tuvo que ser plegado como origami para poder colocarlo en la nave que lo llevará al espacio y una vez en su destino instalarlo será sumamente delicado, ya que su parasol tiene la talla de una cancha de tenis.
Este gigante estará situado en la órbita del Sol, a unos 1.5 kilómetros de la Tierra, superando con creces al Hubble situado apenas a 600 kilómetros.
La ubicación del Webb, conocida como Lagrange 2, fue minuciosamente escogida. Su posición permite que “la Tierra, el Sol y la Luna estén situados del mismo lado de su parasol, lo que lo deja permanecer en la oscuridad y bajo un gran frío”, explicó Ferruit.
El aparato quedará a resguardo de cualquier perturbación, condición indispensable para su gran misión: rastrear el mundo invisible de los rayos infrarrojos, un espectro al que el Hubble no tiene acceso.
“Es tan potente que es capaz de ver un abejorro a 380 mil kilómetros de distancia, es decir el trecho entre la Tierra y la Luna”, explicó John Mather, uno de los padres científicos de la misión.