Las diversas piñatas de estrella, decoradas con coloridos pliegos de papel crepé y de cinco a siete picos, son las creaciones de la familia Huerta en su taller ubicado en la colonia Pedregal de Santa Úrsula, en la alcaldía Coyoacán, Ciudad de México. Foto Luis Castillo
Las tradicionales tienen siete picos, ya que este número representa los pecados capitales en la religión católica. Foto Luis Castillo
La tradición de pegarle a una piñata representa la lucha continua del hombre ante estos males, por lo que romperla es una forma de librarse de los pecados. Foto Luis Castillo
Los colores de los papeles que se usan para adornar la piñata simbolizan las vanidades del mundo y las tentaciones. Foto Luis Castillo
Esta artesanía sirvió como alegoría en la época de evangelización y conversión de los indígenas hacia el catolicismo, en la que se enseñó que sólo con la fe hacia Dios se podía vencer el pecado y recibir todas las recompensas de los cielos, las cuales son representadas con los dulces o frutas con los que se rellena una piñata y que salen al quebrarlas. Foto Luis Castillo
Las piñatas fueron introducidas a las posadas novohispanas en 1586 cuando los frailes agustinos de Acolman, en el Estado de México, recibieron la autorización del Papa Sixto V para celebrar las llamadas “Misas de aguinaldo”. Foto Luis Castillo
Foto Luis Castillo
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