Con la mayor inflación en 20 años y la perspectiva de que esta tendencia siga disparada, según advierten analistas, Alejandro Díaz de León deja su cargo como gobernador del Banco de México (BdeM). Cauto con las palabras, toca varios de los temas que implican dejar las riendas de la política monetaria del país justo ahora, cuando la economía mexicana, cercada por la crisis internacional, resiente la incertidumbre de la escalada de precios.
Sin referirse nunca directamente al presidente Andrés Manuel López Obrador, el economista acerca sus preocupaciones sobre la inflación a las que son bandera del mandatario: hay que frenarla para proteger a los más pobres, ya que si bien el aumento de precios es un “mal que afecta a toda la sociedad, lo hace con más fuerza entre las familias de menores ingresos”, dice en entrevista con La Jornada.
El próximo 31 de diciembre, tras cuatro años en el cargo, Díaz de León dará paso a Victoria Rodríguez Ceja, y aunque la crisis más grande que ha enfrentado el país no lo ha dejado pensar en su futuro, hizo un recuento de su legado, panorama económico, desacuerdos con el gobierno, relevancia de las remesas, autonomía del banco central, entre otros.
–Tras cuatro años, ¿qué legado deja en el BdeM?
–Es difícil hablar en primera persona de un legado, pero destacaría que han sido años complejos. El Covid representó una crisis sanitaria, económica y financiera sin precedente, pero cuando alguien tiene una responsabilidad como ésta, busca contribuir dejando una institución más resiliente y sólida que como la encontró.
En los tres primeros años de Díaz de León al frente del banco central la inflación se mantuvo en su objetivo de 3 por ciento con un intervalo de variación de un punto porcentual hacia arriba o abajo; sin embargo, ante factores externos en los últimos meses se deterioró hasta alcanzar un nivel de 7.37 por ciento al cierre de noviembre.
Para contener el alza, a lo largo de 2021 la junta de gobierno del BdeM incrementó en 1.5 puntos porcentuales la tasa de referencia, que determina el costo del crédito al que se financian empresas y personas, hasta dejarla en 5.5 por ciento, una acción que desde el punto de vista del gobernador del instituto era necesaria.
–¿Se va tranquilo pese al deterioro de la inflación en el último tramo?
–A todos nos gustaría que en el último momento la foto fuera la más afortunada. La inflación había tenido un buen comportamiento en años recientes, pero fue muy adverso en los últimos 6 u 8 meses por factores ligados a la pandemia, como los cuellos de botella en la producción o la expansión del gasto en economías avanzadas.
“En el pasado teníamos más choques inflacionarios internos, pero ahora son externos, por ello hemos tratado de tomar una postura monetaria que contribuya a que se asimilen de la mejor manera posible. Si bien sería deseable tener a la inflación en su meta y no tan presionada, es importante que las decisiones busquen que regrese a la meta lo antes posible, y eso es lo que hemos tratado de hacer.”
–¿Qué factores internos y externos han presionado la inflación?
–El año pasado fue de contracción y adversidad, muchos negocios dejaron de invertir, redujeron inventarios y su plantilla laboral; este año fue de recuperación, pero se vio amplificada por el gasto de muchas economías avanzadas, en especial la de Estados Unidos, que tuvo un gasto fiscal sin precedente, con transferencias directas a los hogares, que al no poder adquirir servicios se enfocaron en los bienes de consumo duraderos, creando cuellos de botella.
–De manera interna, ¿el alza de 60 por ciento al salario mínimo en tres años ha sido parte de las presiones inflacionarias?
–A lo largo de los años el salario mínimo acumuló una brecha no deseable respecto del precio de la canasta básica, y si bien es deseable reducirla, también lo es hacerlo con las menores distorsiones posibles. Las primeras afectaciones que vemos se dan en el mercado laboral, con una menor expansión, y luego viene el impacto en costos. Es importante reducir la brecha, pero el banco siempre ha recomendado que sea gradual para que sea lo menos distorsionante y lo más sostenible posible.
–¿Preocupa que el alza de tasas para contener los precios se refleje en un menor dinamismo de la recuperación económica del país?
–Si bien el banco no tiene un mandato dual, sino uno de estabilización de precios, eso no significa que en nuestras decisiones no se identifiquen las características de la recuperación económica, simplemente damos mayor prioridad al tema que más nos atañe. En términos de recuperación seguimos altamente influenciados por la pandemia y no por el costo financiero, pues empresas y familias han decidido no endeudarse, por eso consideramos que las acciones monetarias han contribuido a la estabilidad de precios, y la recuperación económica sigue siendo dominada por lo que suceda con la pandemia.
–¿El nivel actual de la inflación puede generar insolvencia entre la población?
–La inflación siempre es un mal para toda la sociedad, pero especialmente para las familias de menos ingresos, y por si fuera poco, parte de los incrementos se han presentado marcadamente en alimentos y materias primas, de ahí la importancia de que a pesar de que los choques sean externos, debe haber una reacción interna. A veces no podemos controlarlos o evitarlos, pero sí mitigarlos.
–¿Las alzas en la tasa van en el sentido de proteger a los que menos tienen?
–Definitivamente. Nuestro primer objetivo es mantener una inflación baja y estable, y la inflación es un mal que afecta en mayor medida a la población de menores ingresos, que, además, dedica un mayor porcentaje de su ingreso al gasto en bienes de consumo y alimentos. No podemos controlar esos precios de manera directa, pero sí influir de forma indirecta con acciones de política monetaria. Con el aumento de 1.5 puntos porcentuales en lo que va del año hemos contribuido a mitigar y moderar esos aumentos.
Para Díaz de León, otro gran apoyo para los hogares de bajos ingresos ha sido el histórico flujo de remesas, que de enero a octubre suma 42 mil 168 millones de dólares, pues ha contribuido de manera significativa a “mejorar la calidad de vida de millones de familias, siendo una fuente de ingreso para los que más la han necesitado en los últimos dos años”.
Interrogado sobre las diferencias con el presidente Andrés Manuel López Obrador en temas como las reservas internacionales, remanentes, derechos especiales y reforma al BdeM, entre otras, evadió cualquier alusión directa al mandatario, pero aseguró que siempre tuvo una relación “franca y abierta” con los secretarios de Hacienda, y que si bien hubo diferencias con el Ejecutivo, jamás fricciones que pusieran en riesgo la estabilidad.
A días de terminar su mandato, está enfocado en la transición, por lo que se ha reunido con Victoria Rodríguez para que ella tenga un pulso exacto del BdeM, tanto en lo nacional como en lo internacional, al tiempo que cuente con una lectura precisa y un diagnóstico claro: “Hemos y seguiremos teniendo reuniones para tener una transición muy intensa y constructiva”.
Sobre el tema de la autonomía del BdeM, Díaz de León destacó que para mantener una inflación baja y estable es fundamental preservar el perímetro constitucional y legal del banco. “Si la partitura se mantiene en términos del mandato constitucional y legal, los resultados, que deben estar enfocados en la estabilidad, se van a tener”.
–¿Qué sigue para Díaz de León?
–El entorno ha sido complejo, he estado muy enfocado en acciones que contribuyan a que la economía y los mercados se ajusten ordenadamente y he tenido poco tiempo para identificar a qué me dedicaré en el futuro, a partir de enero será el momento propicio para ver mis alternativas. Empecé mi carrera en el banco central hace 30 años, es una institución a la que le debo mucho y le tengo mucho aprecio, le hace bien a México y ha sido un orgullo y privilegio ser parte de ella y cerrar un ciclo.