El Instituto Nacional de Migración (INM) expidió ayer las primeras visas humanitarias para una treintena de personas de la caravana que recién llegó a la Ciudad de México, con lo que empezó el proceso de regularización en el país de estos extranjeros.
Sin embargo, la tramitología se dio con cierto encono, pues la dependencia federal encargada de la política migratoria informó que sólo está en capacidad de atender a 30 personas al día, lo que generó descontento en los 350 extranjeros que se apersonaron en la sede del instituto y reclamaron que se les recibiera ayer mismo y agilizar los procedimientos. “Ya queremos irnos”, señalaban algunos. Otros más lanzaban: “Si terminamos hoy, la caravana se desintegra”.
De acuerdo con el último corte, el contingente está integrado por 515 migrantes –de ellos, poco más de un centenar son niños y adolescentes–, por lo que consideraron que con apenas 30 trámites al día, tomará más de tres semanas concluir el proceso.
“No entendemos. ¿De verdad el INM tiene capacidad para atender sólo a 30? ¡Por favor, lo que no tienen es voluntad! Quieren mantener secuestrada la caravana en la Ciudad de México. Hay que resolver; en cuanto todos tengan el documento, la caravana se puede disolver”, enfatizó Irineo Mujica, vocero de los migrantes y líder de la organización Pueblo sin Fronteras.
De acuerdo con los organizadores del éxodo, 385 personas quieren visa de visitante por razones humanitarias, pues su deseo es llegar a Estados Unidos, y 130 permisos de residencia permanente para asentarse en México.
Pese a las quejas, el INM se mantuvo inquebrantable y sólo atendió a los primeros 30 migrantes, dando prioridad a los núcleos familiares.
El subcomisionado jurídico del instituto, Alejandro Tagle Marroquín, argumentó que debido a las peticiones de la caravana, los trámites tomarían su tiempo, ya que no sólo se les entregará una tarjeta de visitante por razones humanitarias, sino que se realizarán procesos para abrirles un expediente, otorgarles la CURP, respaldar su situación legal en el país y alertar a todas las oficinas del organismo en los estados –en particular en el norte– para que el documento sea renovable.
Tras varias horas de procedimientos, Rubí Elizabeth y su familia fueron los primeros en obtener la visa humanitaria. Esta joven hondureña, su esposo y sus dos hijos (una bebé de ocho meses y un niño de dos años) salieron de su país desde finales de junio. Durante más de cinco meses han pasado diversas penurias, pero ayer sintieron esperanza otra vez.
“Nos recibieron muy bien; nos dieron la CURP, la resolución y la visa. Nos sentimos bien alegres. Tenemos ilusión de poder seguir adelante. Nos vamos a mover a la frontera, ahí nos vamos a quedar un tiempo, en Piedras Negras, Coahuila.