Julio César Chávez junior regresó al cuadrilátero y lo hizo como acostumbra en los años recientes: en medio de polémica, críticas descarnadas, resultados discutibles y la opinión generalizada de que debería marcharse del boxeo.
“El Junior se irá cuando le dé la gana, eso ya quedó claro”, dice su tío y parte de su equipo de entrenamiento Rodolfo Chávez; “no se va ir porque lo critiquen los comentaristas o en las redes sociales; eso sí, creo que o hace algo grande en 2022 o de plano ahora sí se va, lo hará por sí mismo, porque tonto no es, ni necesita andar ahí boxeando”.
Lo del sábado ante el peruano David Zegarra, un púgil casi anónimo, no fue una noche espectacular, como se preveía después de la derrota inesperada contra el ex peleador de artes marciales mixtas Anderson Silva.
Otra vez, el Junior batalló para contener al rival que por momentos lo desafiaba. El hijo de JC Chávez se quedó estático, como se le ha criticado, durante algunos instantes, sin aprovechar la fuerza y estatura de ventaja.
“No lo vi al 100 por ciento, la verdad estuvo a 70 por ciento de su capacidad”, explica Rodolfo, quien vivió desde la esquina la carrera de su hermano Julio César (padre); “no es excusa, pero estuvo enfermo antes de la pelea, pensamos que era Covid pero no, afortunadamente; una infección muy fuerte lo tumbó con fiebre y nos espantó”.
Rodolfo, sin embargo, confía en que su sobrino aún pueda recuperar ese ímpetu que lo llevó a ser campeón mundial en peso mediano en 2012.
“Todo es que asuma que está ante su última oportunidad, si no lo ve así, pues seguro él mismo decidirá irse. Puede, aunque los comentaristas digan otra cosa”.