Leonardo DiCaprio ha sido un ferviente defensor del medio ambiente desde que es famoso. Pero si bien ha producido documentales, aportado millones de dólares a la causa a través de su fundación, participado en foros relevantes e incluso usando su discurso del Oscar para aludir al cambio climático, el tema nunca se superpuso con su trabajo como actor.
No fue por falta de intentos: simplemente no había encontrado el proyecto adecuado. Y, más importante, no quería hacer nada equivocado.
Entonces Adam McKay (The Big Short) llamó a su puerta con una idea que estaba desarrollando con el periodista David Sirota: ¿Y si no se tratara explícitamente sobre cambio climático sino sobre un cometa? A DiCaprio le pareció interesante.
El resultado es Don’t Look Up (No miren arriba), una sátira del fin del mundo repleta de estrellas que llega el 24 de diciembre a Netflix. DiCaprio y Jennifer Lawrence interpretan a científicos que descubren un cometa que podría acabar con la Tierra y... a nadie le importa.
McKay y DiCaprio hablaron con The Associated Press sobre la película y sobre tratar de entretener y transmitir un mensaje sin alienar a demasiada gente.
–Leo, ¿cómo decidiste que este era el proyecto indicado?
DiCaprio: Lo brillante de este guion es la analogía de hacer que un cometa que aniquilará a la humanidad en un plazo de seis meses creó esta enorme sensación de urgencia, en lugar de la enorme narrativa del lento movimiento climático. Realmente llegó en este momento específico en el tiempo, con películas como Network o Dr. Strangelove, que realmente resume lo que estamos atravesando como cultura. Pone perfectamente un espejo de nuestra sociedad y cómo lidiamos con la crisis climática, que simplemente dejamos que continúe y no tomamos las acciones debidas para sobrevivir en este planeta.
–Leí que ustedes dos pasaron cinco meses revisando el guion.
McKay: No hay nada que me guste más que ver mi guion o un corte de la película desafiado de manera reflexiva. Leo también entró en la edición y yo le mostraba cortes sin terminar. Dio apuntes fabulosos. Ha trabajado con algunos de los directores más grandes de todos los tiempos, tú sabes, Scorsese y Tarantino, estos grandes maestros, y sabe un par de cosas sobre historias y películas.
–¿Recuerdan algún gran debate de estas sesiones?
DiCaprio: Mi motivación era dar voz a la comunidad científica, a las personas que han dedicado su vida a la crisis climática y cómo su voz se siente marginada. Soy mucho más literal sobre muchas de estas cosas. Quería traer política y especificidad y un vínculo directo con el clima en muchos de estos discursos que hicimos. Fue increíble tener un socio como Adam en ese proceso que siguió eliminando detalles que hacían que ciertas personas en la audiencia se sintieran alienadas o que lo hacían político.
El mensaje perfecto
McKay: Es interesante, algunas de las palabras que Leo y yo debatimos, como la palabra “hecho”. Uno quiere decir simplemente hechos. Y yo decía: “Leo, odio decírtelo, creo que politizaron la palabra ‘hecho’”. De modo que había una vigilancia constante sobre las palabras que usábamos. Sólo tratamos de mantenernos fuera de las tonterías, los puntos de conversación, los grupos focales, los clics, las calificaciones.
DiCaprio: Tan pronto como eliminamos muchas de esas palabras, simplemente lo hicimos más humano.
–¿Resultó catártico gritar en cierta manera sus frustraciones en un discurso?
DiCaprio: Bueno, mira, no soy un científico del clima, pero hice todo lo posible por pensar en la frustración de muchas de estas personas.
–El modesto Randall es bastante diferente de otros personajes que has interpretado.
DiCaprio: Fue un viaje fascinante porque, sí, estoy en escenarios en los que Jonah Hill o Meryl Streep me están atacando y tuve que tragarme constantemente las cosas que quería decir a nivel personal y simplemente hacer de tripas corazón y recibir el insulto y la patada en los huevos. Incluso cuando Ariana Grande me interpela, tuve que luchar contra ese instinto. Fue un experimento muy, muy único de paciencia y de estar sentado con incomodidad, que es algo que me encanta en las películas; cuando se hace correctamente, puedes hacer que la audiencia se sienta incómoda contigo como personaje. Pienso en King of Comedy (El rey de la comedia) o Taxi Driver. Es algo difícil de lograr. No sé si lo logré, pero eso es definitivamente lo que buscaba.
McKay: A mí me encantó. Simplemente me pareció genial tener a un tipo que has visto pelear con un oso como una gran epopeya (The Revenant de Alejandro González Iñárritu) y protagonizar la película más grande jamás hecha (Titanic) y verlo tener un ataque de pánico o tener que tomar un cuarto de Xanax y ser arrollado por la fama.
–¿Qué les ha parecido la respuesta del público hasta ahora? ¿La gente está recibiendo lo que ustedes esperaban?
McKay: Lo importante era que queríamos que fuera gracioso. Vi a la multitud reír durante toda la película y luego miraba las cartas (en las proyecciones de prueba), y casi parecía desafiar a las personas que se identificarían como conservadoras, liberales y eso fue muy alentador para mí. Siempre habrá un par de personas enojadas por algo.
DiCaprio: Nunca se sabe en última instancia cómo una película impactará a una audiencia masiva, pero un pequeño caso de prueba para eso: tengo padres hippies muy liberales que salieron de ese cine –tanto mi madre como mi madrastra fueron al estreno– diciendo: “Tengo que decirte que realmente me identifiqué con muchos de los personajes de esa película. Quiero decir, me hizo pensar en algunas de mis acciones. Pensaba, ‘¿soy como Meryl Streep?’”.
McKay: ¡No! ¿En serio?
DiCaprio: Le dije: “Mamá, no te pareces en nada a ese personaje”.