La novela Punto de cruz es una especie de “colcha con retazos de escritura” en torno a la amistad entre mujeres y la importancia del bordado, explica la narradora Jazmina Barrera sobre su obra editada de forma reciente.
“Imagino la historia de tres amigas, como la de tres hebras de un mismo hilo que se alejan, se juntan y se enredan, al mismo tiempo, mezclados con los hilos de todas las mujeres que aparecen también en el libro”, dice la autora en entrevista sobre esta narración que se presentó hace unos días.
El texto, coeditado por la Universidad Autónoma del Estado de México y Almadía, nació cuando “me volví madre y las relaciones con mis amigas cambiaron mucho. Quería revivir la etapa de la vida en que las amistades eran lo más importante para mí. Ahí me di cuenta de la importancia que había tenido el bordado para mí y en mi vínculo con otras mujeres.
“Regresé a un ensayo que había escrito varios años atrás sobre costura y feminicidios, que se publicó, pero siempre me había quedado con ganas de seguir escribiendo. Decidí ampliarlo y me di cuenta que lo que tenía que hacer era bordar, digamos, fragmentos ensayísticos sobre el bordado con los relatos de las tres amigas.”
Barrera (CDMX, 1988) relata que la costura se asoció a las mujeres en muy distintas culturas y en distintas épocas. “Cuando comenzó la agricultura, las mujeres se solían quedar en la casa a cuidar a los niños, y esta actividad es muy compatible con esa labor.
“Este libro retoma algunas historias que tienen que ver con el bordado de distintas partes del mundo y, por supuesto, de México. Es una pequeña selección, porque el tema es inmenso y en nuestro país cada comunidad lo utiliza y marca su identidad de manera distinta. Esto es apenas una probadita para entusiasmar a las lectoras y lectores con este asunto tan vasto”.
Jazmina Barrera refiere que en Occidente las mujeres recibían una buena remuneración por su trabajo de costura, de hilado y de bordado. “Después empezó el movimiento para recluir a las mujeres en el ámbito doméstico y a considerar la costura y el bordado como una virtud necesaria para ellas y un privilegio para las mujeres ricas.
“El feminismo tiene mucho que ver con recuperar y reivindicar el bordado como un arte a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando incluso se empezó a enseñar en las academias de artes; se puede ver en las marchas de las sufragistas en pancartas bordadas. El feminismo ha recuperado y reivindicado esta herramienta de comunicación, de creación y expresión para subvertir la represión que en determinado momento significó para las mujeres.”
Sobre su narración, Barrera recuerda que eligió “qué retomar de su experiencia y de la de sus amigas en distintas épocas y qué cosas iba a inventar también. El resultado es esto que sí está bastante inventando y, al mismo tiempo, refleja la realidad de lo que viví en esa época.
“Me cuesta trabajo publicar lo que escribo. Procuro que todo sea en principio una investigación personal y en determinado momento decido que vale la pena compartir a quien le sirva.
“Me sorprende mucho los lugares que alcanzan los libros, las lecturas tan diversas y tan inesperadas que surgen de las lectoras y lectores, y me gusta seguir sorprendiéndome con eso.”