“Quizá soñar que vuelas es sencillamente una reacción subconsciente a todas las veces que tu padre te lanzó por los aires de pequeño. Sé que Freud ofrecería una interpretación más sofisticada, pero no he sido muy fan suyo”, se lee en las primeras páginas de Gilliamismos: memorias prepóstumas, las divertidísimas memorias de uno de los cineastas más originales de todos los tiempos, Terry Gilliam, publicadas en español por la editorial Malpaso.
En septiembre de 2015 Variety, el semanario estadunidense dedicado al mundo del entretenimiento, publicó “por error” un obituario en el que anunciaba la muerte de Gilliam. Fue entonces cuando el miembro del grupo humorístico Monty Python se planteó comenzar a escribir sobre su vida haciendo un recorrido “sin dejar fuera su estilo de humor particularmente caustico” que incluyera una exclusiva selección de anécdotas sobre su trabajo artístico y su vida personal. Tiempo después apareció Gilliamismos..., el libro que promete convertirse en una ventana al destornillado proceso creativo del realizador británico.
Muchas cosas que contar
La lectura de Gilliamismos... logra crear una atmósfera de diálogo irresistible entre el cineasta y el lector. Cada una de sus partes es una experiencia comunicativa. Relatos sobre sus películas, integración de imágenes, escenarios, decoración, vestuarios, ideas de monstruos “¡ilustrados con sus propios bocetos!”, acompañados por guiones gráficos dibujados a mano, son los fascinantes elementos que componen la edición. Un completo muestrario del indudable talento creativo de Gilliam acomodado en 300 páginas.
Artístico, rápido y espontáneo son algunos de los adjetivos que expresan cualidades de la obra del cineasta y es difícil no aplicarlos a sus memorias, cuyo propósito, como el de todo su trabajo, es contar una historia, hacer un chiste o expresar una idea. Para narrar la técnica que utiliza es lo de menos. Usa cualquier elemento que le funcione.
Anécdotas
Sobre todo dedica una gran parte del libro a recordar anécdotas sobre películas como Brazil (1985), Las aventuras del barón Munchausen (1989), Doce monos (1995), Los hermanos Grimm (2005), El imaginario del doctor Parnassus (2009); además, detalla de forma breve el especialmente extraño, revelador y divertido difícil comportamiento de Hunter S Thompson durante la realización de la versión cinematográfica de Pánico y locura en Las Vegas (1999), y así lo apunta: “Hunter estaba ocupado interpretando a Hunter S Thompson, la tarea a la que se había dedicado los últimos 30 años. Lo bueno es que, aun cuando la actuación comenzaba a resultar tediosa, todavía tenía la capacidad de dar la vuelta a la situación y soltar una ocurrencia brillante”.
Otros de sus recuerdos orbitan alrededor de los actores con los que trabajó. En torno a Heath Ledger, quien murió trágicamente a la edad de 28 años, los recuerdos son reveladores y conmovedores. Ledger apareció en Los hermanos Grimm, pero falleció antes de que terminara El imaginario del doctor Parnassus.
Gilliam venera al actor y las reflexiones sobre él producen algunas de las mejores páginas de las memorias, algunas de las líneas que le dedican dicen: “No sólo perdimos a un amigo sabio y alegre, un miembro de la familia, sino a un talento extraordinario que, no tengo duda, habría sido el más grande de su generación”.
Comentarista de su trabajo
En un libro, que resulta impresionantemente atractivo a la vista. Terry Gilliam es un comentarista franco de su trabajo. En estas memorias repasa su infancia en el Medio Oeste, su temprana carrera como animador y publicista y ser el único miembro estadunidense de Monty Python. Todo esto lo preparó para emprender sus extraordinarias aventuras en el cine. Sus películas son claramente oscuras, fantásticas y extrañamente divertidas; en ellas, persiguió una visión totalmente personal e intransigente, perspectivas que lo llevaron a múltiples batallas legendarias con estudios y financistas, en particular por Las aventuras del barón Munchausen y Brazil, que ahora se consideran clásicos cinematográficos.
Es difícil escaparse de manifestar alguna reacción por el cine de Terry Gilliam, pues en sus películas como en sus memorias habla de temas reales, pasados por un tamiz de ficción para que el público pueda apreciarlos desde otra perspectiva. Habla de los sueños, de la imaginación y la locura desde tres etapas de la vida: la niñez, la adultez y la vejez.
En definitiva Gilliamismos... es una ventana necesaria hacia el mundo del director y, al mismo tiempo, un espejo de su realidad. No es exagerado afirmar que, mientras las memorias de los otros Pythons (Michael Palin, John Cleese y Gragham Chapman) se ahogan en seriedad y detalles, rayan en lo descarado o son un desastre extenso y contradictorio, las de Gilliam son brillantes y su escritura es bastante buena, aunque lamentablemente un poco ligera a la hora de profundizar en cualquier idea acerca de su alocado proceso creativo.
Como el director apunta en el final de la obra, “verán a ese Gilliam que no quiere asumir la responsabilidad de agradar al mundo todo el rato, sólo quiere hacer las cosas que realmente lo entusiasman”.