Nueva York. El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, pidió ayer “más que nunca” solidaridad en la celebración del Día Internacional del Migrante, en representación de las 281 millones de personas, o 3.6 por ciento de la población mundial, que se han desplazado a lo largo de este año.
Esas personas “son objeto de estigmatización, desigualdades, xenofobia y racismo generalizados”, lamentó Guterres, y añadió que las mujeres y niñas migrantes se enfrentan a un mayor riesgo de violencia de género y tienen menos opciones para buscar apoyo.
“Con el cierre de las fronteras, muchas personas migrantes han quedado varadas sin ingresos ni vivienda, sin poder volver a su hogar, lejos de su familia, y con un futuro incierto”, comentó antes de sentenciar que “nunca ha sido tan urgente como hoy demostrar solidaridad con las personas migrantes”.
Consideró que el mundo necesita una cooperación internacional más eficaz y una perspectiva más compasiva para aprovechar el potencial de la movilidad humana, porque “durante la pandemia los migrantes han enriquecido las sociedades de todo el mundo y a menudo han constituido la primera línea de respuesta como parte del personal científico, sanitario y esencial”.
“Ello supone gestionar las fronteras humanamente, respetar por completo los derechos humanos y las necesidades humanitarias de todas y todos y velar por que los planes nacionales de vacunación contra el Covid-19 incluyan a las personas migrantes”.
Este año, la jornada internacional ocurre casi 70 años después de la histórica conferencia de Bruselas que condujo al establecimiento de la Organización Internacional para las Migraciones.
El director general de esa agencia de la ONU, António Vitorino, señaló que las crudas imágenes de fronteras cerradas y familias separadas, en medio del desorden económico impulsado por la pandemia, se han vuelto más comunes en los últimos años.
En este contexto, al menos 192 personas fueron rescatadas mientras navegaban a bordo de cinco embarcaciones en aguas cercanas a Gran Canaria, España.
Un día antes, un total de 223 migrantes fueron rescatados en el Mediterráneo por el buque humanitario Sea Eye 4, que acusa a Malta de incumplir su obligación de “socorrer a las personas en peligro en el mar”.
Un bebé de un año no acompañado, que supuestamente fue enviado por sus padres a cruzar el mar Mediterráneo, llegó sano y salvo a la sureña isla italiana de Lampedusa. El menor formaba parte de las más de 500 personas que llegaron a la pequeña isla en siete desembarcos distintos en los últimos dos días, reportó el diario Repubblica.