Por protocolo, las liberaciones del penal y cárcel preventiva de Lecumberri nunca ocurrían antes de las seis de la tarde y, por costumbre, los avisos y nombres de aquellos que saldrían libres los hacía, a viva voz a la entrada de la crujía correspondiente, un jefe de celadores antes del mediodía. Ese día de invierno la tarde era fresca, cuando los jefes de custodios de pronto gritaron: “¡A la reja con todo y chivas!” Nos encontrábamos, a la sazón, en las crujías M y N. Al oír nuestros nombres comprendimos que no se trataba de un borrego más, de un rumor o de una broma de mal gusto, como con frecuencia solía ocurrir en estos casos. En efecto, antes, por la mañana de ese 20 de diciembre de 1971, nos habían notificado que saldríamos libres teniendo que cubrir ciertos formalismos en el juzgado para recibir la boleta de liberación condicionada, bajo la figura de “desistimiento de la acción penal” que habían otorgado tanto el Ministerio Público federal, como la procuraduría del Distrito Federal.
Se trataba de una decisión que favorecía a los 20 últimos procesados a raíz del Movimiento del 68 (M68), que aún nos encontrábamos en prisión. Ese acto mostraba, al mismo tiempo, el modo grotesco en que funcionaba la “justicia a la mexicana”: de un plumazo nos decretaron auto de formal prisión con todo el Código Penal encima, y de otro plumazo nos dejaban en libertad.
Quizás ese momento lo estábamos esperando desde hacía más de tres años, tanto para salir, como para no salir de prisión, como ocurrió en el caso de los cientos de procesados por la revuelta y resistencia estudiantil. Entendíamos que ello formaba parte de los altibajos y avatares por los que podrían atravesar los luchadores sociales o, como reza el refrán popular, son gajes del oficio. Todos los liberados pertenecían a alguna organización de izquierda; la mayoría militábamos en las filas del Partido Comunista.
Este 20 de diciembre se cumple medio siglo. Se trata de una fecha importante para celebrar, ya que corresponde a un hecho y decisión necesaria para resarcir parte del desaguisado ominoso y arbitrario que, de alguna manera, pretendía cerrar un capítulo cuando se encarcelaba o mataba por razones de índole política o ideológica. Pero detrás de nosotros quedaban tras las rejas numerosos presos políticos reprimidos antes del M68, así como los nuevos que a raudales ingresaban y se sumaban, producto de la lucha y movimientos populares. Paradójicamente, a la par de nuestra liberación, se iniciaba una nueva etapa de terror y represión, pues el país entraba de lleno ya en los prolegómenos e inicios de la guerra sucia desatada por el Estado y en particular por el gobierno de Echeverría.
Conformábamos la famosa lista de los últimos 20, liberados precisamente el 20 de diciembre de 1971. De ellos, 50 años después, sólo quedamos 11 sobrevivientes para contar esa parte de la historia que marcó la segunda mitad del siglo XX.
Aun sin consultarlo, pero en la seguridad de que contaré con su aprobación, me permito dar sus nombres, ya que considero que se trata de un homenaje merecido para recordar a tantos otros compañeros que apostaron y arriesgaron su libertad y en ocasiones hasta la vida, a través de su lucha y modestos esfuerzos por causas populares nacionales.
Por razones de espacio resulta imposible mencionar los nombres de todos. Al momento de narrar estos recuerdos, 11 compañeros de los 20 últimos aún estamos con vida y junto a todos los demás que participaron en el 68, seguimos reclamando ¡Ni perdón, ni olvido!
En riguroso orden, por fecha de detención, éstos son:
• Arturo Ortiz Marbán, 27 de julio de 1968,
• Américo Saldívar Valdés, 2 de octubre de 1968,
• Arturo Martínez Nateras, 10 de diciembre de 1968,
• Rodolfo Echeverría Martínez, 3 de enero de 1969,
• Francisco César Natividad Colmenares, 22 de enero de 1969,
• Ernesto Olvera Sotres, 20 de mayo de 1969,
• Carlos Medina Sevilla, 22 de mayo de 1969,
• Ignacio Alfonso Plata Díaz, 22 de mayo de 1969,
• Raúl Alejandro Ortiz Camacho, 22 de mayo de 1969,
• José Manuel Irénn Téllez, 28 de mayo de 1969
• Pedro Estrada Vega, 28 de mayo de 1969
Este aniversario no puede pasar desapercibido, ya que se trata de recordar y guardar en la memoria esa página de represión y persecución por razones políticas e ideológicas. En honor a esa gesta que muestra un pasado gris en la historia de México, las autoridades tanto federales como del gobierno del Distrito Federal deben refrendar sus afanes y esfuerzos por denunciar y aclarar la verdad de hechos del pasado y de la justicia histórica. Sin duda, ello permitiría salir al paso a equiparaciones caricaturescas que sobredimensionan acontecimientos actuales aislados y meramente coyunturales comparándolos con el M68. Entonces fuimos testigos y padecimos en carne propia innumerables arbitrariedades, impunidad y crímenes cometidos contra los luchadores sociales. Hoy, otras luchas o acciones por puestos y posiciones de poder son, simplemente, lodos de aquellos tiempos. Este lunes 20 de diciembre al mediodía estaremos frente a la gran puerta del ex Palacio Negro de Lecumberri. Esperamos que el Comité del 68 nos acompañe.