Madrid. Decenas de miles de personas –35 mil, según la policía municipal– participaron en una manifestación en Barcelona en defensa de su modelo lingüístico y en contra de las sentencias de los tribunales Superior de Justicia de Cataluña y del Supremo español, las cuales obligan a respetar la impartición de 25 por ciento de las clases en español como parte del sistema educativo público.
“Ahora y siempre, la escuela en catalán”, fue el lema con que los partidos independentistas, los sindicatos y las plataformas educativas vinculadas al nacionalismo catalán salieron a las calles para repudiar la “intromisión” de la justicia en la “escuela catalana”.
El origen de la protesta son las veridictos que se acumulan tanto en los juzgados catalanes como españoles obtenidos a favor de las familias que exigen que se cumpla la cuota mínima de enseñanza en español contemplada en el Estatuto de Autonomía en Cataluña. Es decir, ese 25 por ciento frente a 75 por ciento que se da en catalán. En muchas de las escuelas catalanas, el español representa 10 por ciento, mientras el resto de las clases se imparten sobre todo en catalán, y en inglés o francés.
El tema del idioma en la pedagogía se ha vuelto centro de un acalorado debate nacional, luego de que una familia dijo que había sido insultada y que se sentía amenazada tras haber pedido ante tribunales que el plantel público de su hijo en Canet de Mar, al norte de Barcelona, aumentara las horas de clases en español, y de que las cortes fallaran en su favor.
Estas sentencias provocaron malestar en el nacionalismo catalán y en los sindicatos, que convocaron a la protesta en Barcelona para defender su modelo lingüístico, que también fue amparado por la plataforma Som Escola, que agrupa a 54 entidades académicas de Cataluña, las cuales hicieron un llamado a que los impartidores de justicia “no se entrometan” en la “escuela catalana” y “no generen un conflicto donde no lo hay”.
Según la mayoría de los informes oficiales sobre el rendimiento y el grado de aprendizaje del español en los alumnos catalanes, el resultado es “óptimo”, similar al del resto de España. Por eso, tanto el gobierno catalán del independentista Perè Aragonés, como el resto de partidos y agrupaciones que secundaron la protesta, justificaron el “éxito” de su modelo de “inmersión lingüística”.
Aragonés, quien participó en la manifestación, explicó que “hay que defender al catalán como lengua vehicular ante la ofensiva del nacionalismo español, que pretende utilizar enseñanza básica para arañar cuatro votos”.
Al final de la protesta se leyó el manifiesto de la plataforma independentista Som Escola en el que consideran que la sentencia que obliga a impartir 25 por ciento de clases en castellano es un “nuevo intento de devaluar un modelo avalado por décadas de éxito, como es la inmersión lingüística, que garantiza la cohesión social y la igualdad de oportunidades”. Ante ello, denuncian la “intromisión intolerable de una justicia arbitraria en cuestiones pedagógicas”.