Un cerco policiaco blindó el Zócalo capitalino de la posible llegada de la caravana de migrantes procedentes de Centroamérica. Para quienes la forman hubo agresiones y encapsulamiento en su llegada a la capital del país. Imposible su arribo frente a Palacio Nacional, adonde querían reclamar su derecho al libre tránsito y visas humanitarias.
Nadie escuchó sus reclamos, como tampoco los de familiares de los miles de desaparecidos en territorio mexicano. Por eso, como protesta por la falta de acciones del gobierno para atender la desaparición forzada, esta semana integrantes de 15 colectivos de búsqueda que representan a más de 2 mil 600 desaparecidos en Guanajuato, recrearon una gigantesca fosa clandestina frente a la residencia presidencial. “Si AMLO no va a las fosas, las fosas vienen a él”, escribieron encima de la tierra que llevaron en un camión de carga para esparcirla frente a la Puerta Mariana que nunca se abrió para ellos.
Con la descalificación y la falta de respuestas se encontraron la caravana de migrantes y los colectivos de búsqueda. Ellos y ellas forman parte de los grupos no recibidos en Palacio Nacional, junto a las mujeres que exigen el fin de la múltiples violencias de género o los indígenas que se oponen a los megaproyectos en sus comunidades. Basta recordar la extensa valla metálica con que se amuralló el Palacio Nacional en vísperas de las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer, en marzo pasado. La instalación de paredes de tres metros de altura con las que se protegió al inmueble y a quienes lo habitan, fue considerada símbolo de la negación de que en este país se asesina a un promedio 12 mujeres todos los días.
A los indígenas “no permitidos” les tocó el cerco en agosto pasado, en ocasión de la conmemoración de los 500 años de la Caída de Tenochtitlan, fecha nombrada oficialmente como el Día de la Resistencia Indígena, pero justo a quienes resisten se les impidió el paso al Zócalo.
Hoy es el Día Internacional del Migrante. No hay planes de ir a tocar la puerta del Palacio, pero sí de reclamar por su derechos en el Antimonumento +72. Esta ciudad, tradicionalmente combativa y hospitalaria, no puede convertirse en un muro.