Moscú. Rusia reveló ayer una propuesta de tratado de seguridad para limitar drásticamente la presencia militar occidental cerca de sus fronteras, y quiere negociarla “a partir del sábado” con Estados Unidos a fin de reducir las tensiones en Europa y de-sactivar la crisis sobre Ucrania.
El proyecto detallado en ocho puntos, entregado a inicios de esta semana a Washington, pide principalmente que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se abstenga de incorporar a Ucrania, además de otros países ex soviéticos, y que la alianza repliegue sus fuerzas militares en Europa central y oriental, devolviéndolas a como estaban antes de hacer una expansión en 1997 hacia el este.
“Es esencial poner por escrito las garantías de seguridad de Rusia y que tengan valor en derecho”, señaló Serguéi Riabkov, viceministro de Asuntos Exteriores, al presentar los textos en conferencia de prensa, y propuso abrir contactos en Ginebra a partir del sábado. Aseguró que Rusia no está dispuesta a seguir soportando la situación actual e instó a Estados Unidos a tomar en serio las propuestas y dar con rapidez una respuesta constructiva.
Respuesta de EU, la próxima semana
Jen Psaki, vocera de la Casa Blanca, confirmó que Washington ha visto el documento y está en contacto con sus aliados europeos para dar respuesta. “No comprometeremos los principios claves sobre los que se basa la seguridad europea, incluido el de que todos los países tienen derecho a decidir su propio futuro”.
Un alto funcionario estadunidense afirmó que se esperaba responder “en algún momento de la próxima semana con una propuesta más concreta” sobre las conversaciones después de consultar a sus socios.
Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, señaló que cualquier diálogo con Moscú tendría que abordar las preocupaciones de la alianza sobre las acciones rusas, basarse en los principios y documentos fundamentales de seguridad europea y celebrarse en consulta con sus socios europeos y Ucrania.
Horas después, citado por la agencia Interfax, Riabkov comentó que Estados Unidos y la OTAN rechazaban hasta ahora las propuestas, lo que ya había pasado antes. Moscú argumentó que ignorar sus intereses conduciría a una “respuesta militar” similar a la crisis de los misiles en Cuba de 1962.