Madrid. Palabras como ñáñara, valemadrismo y quejadera son algunas de las nuevas entradas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE), que, en coordinación con el resto de academias de los países hispanoparlantes, está en permanente renovación y actualización. En esta ocasión se incorporaron 3 mil 836 novedades, entre adiciones, enmiendas, variaciones etimológicas o correcciones en cuanto al género de las palabras, que en esta ocasión figura con la aceptación, por primera vez, del vocablo “obispa”, ya que hasta ahora sólo se reconocía la forma masculina del vocablo.
En la sede de la RAE de Madrid se presentaron las nuevas incorporaciones al Diccionario, que como cada año desde 2016 se revelan en diciembre y se incorporan de inmediato al corpus del idioma mediante la base de datos que da sustento al documento de consulta, que ahora se sustenta en las nuevas tecnologías y la red.
A pesar de la modernización y la participación de las nuevas tecnologías, el proceso para la admisión de las nuevas entradas al Diccionario cumple con un ritual rígido e inexorable: se presentan las propuestas, cada una de las cuales se estudia, se analiza y se debate en una comisión; si es aceptada por los académicos de la RAE, éstos envían los nuevos vocablos o sus modificaciones al resto de las academias en el mundo. De haber consenso se admite la nueva entrada o la modificación a alguna de las ya existentes, entonces se autoriza su incorporación al Diccionario de la RAE.
Cada una de las 3 mil 836 nuevas incorporaciones, adiciones o enmiendas de este año siguieron ese método, que, además lleva detrás un análisis casi sociológico que sustenta su ingreso: que ese vocablo o variación tenga un uso generalizado y extendido en el tiempo, que es, si acaso, el elemento más subjetivo en el proceso de adhesión de las nuevas entradas.
Este año fue especialmente prolífico en el enriquecimiento del Diccionario, en gran parte por la adhesión de numerosas palabra relacionadas con la pandemia de Covid-19 que ha azotado al mundo desde enero de 2020 y también por la aceptación de decenas de términos científicos y técnicos, que fueron a su vez propuestos por los colegios o agrupaciones de las respectivas especializaciones. Por ejemplo, con relación a la pandemia hay numerosos vocablos o giros en las palabras: cubrebocas, hisopado, nasobuco, cribado, burbuja social, nueva normalidad, tiraje o vacunología, y en el terreno científico algunas palabras como fierovio, microalga, meitnerio y seaborgio.
Como cada año, el Diccionario de la RAE añade lo que los académicos españoles llaman “americanismos”, entre ellos numerosas palabras o expresiones que se utilizan en México. Como ñáñara, que definen como “sensación de repugnancia o temor”, o el reconocimiento de los giros valemadrista, valemadre o valemadrismo, que definen como “actitud de indiferencia, desinterés o pasividad”. También se admitió narcocorrido, que definen como “composición musical popular que narra historias enaltecedoras del narcotráfico y sus protagonistas”, o la palabra pichear, que se utiliza sobre todo en México, Cuba y Nicaragua para hacer alusión a “lanzar la pelota al bateador del equipo contrario”, o quejadera, que define como “queja reiterada”.
Paz Battaner, responsable de la coordinación del Diccionario, explicó que se trata de un trabajo muy riguroso, en el que se ha respetado con celo el proceso de admisión de cada entrada. Explicó que en cuanto a las modificaciones o incorporaciones relacionadas con lo que definió como “la revisión del femenino”, es decir, limpiar de giros machistas el Diccionario, Battaner explicó que ya está prácticamente todo hecho, que si acaso habrá alguna cosa mínima. “El único cambio este año en ese sentido fue la incorporación de la palabra obispa, dado que es una figura que sí se reconoce en diversas religiones, sobre todo en las protestantes, y a pesar de que en la católica no existe aún”, explicó.
Battaner reconoció que hay muchas peticiones que están siendo objeto de revisión, pero que aún no hay un veredicto definitivo, sobre todo porque se trata de palabras cuyo uso no está generalizado entre los hispanoparlantes o porque no ha pasado el tiempo suficiente como para concluir que su empleo está asentado. En cuanto a la utilización del género y el siempre polémico sesgo machista de algunas palabras, Battaner explicó que el Diccionario forma parte de la historia y de la evolución de la propia sociedad, por eso apuntó que ahora se reconocen algunos términos como transgénero, cisgénero o pansexual.
Duelo
Las incorporaciones al Diccionario se presentaron con una RAE en duelo y con la cancelación de todos los actos oficiales para rendir tributo al último gran lexicógrafo del español, el maestro Manuel Seco. A los 93 años y con una obra y trayectoria inmensa a sus espaldas, falleció en su casa de Madrid, después de estar durante un tiempo apartado de la vida pública, incluidas las sesiones de la RAE. Una enfermedad y el fallecimiento reciente de su esposa precipitaron su muerte. Entre sus obras destacan el Diccionario del español actual, la Gramática esencial del español, el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española y el Diccionario fraseológico documentado del español actual.