Ciudad de México. Nuestro país debe asumir como un tema de soberanía nacional, tal como hicieron en Estados Unidos, la enseñanza de las ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas, dijo la doctora Marina Vicario, quien ha impulsado el programa Mexicanas del Futuro, mejor identificado por las siglas en inglés STEAHM.
“Pensemos si las naciones avanzadas se dan cuenta y tienen una política muy agresiva, desde 2015, pues también los países que estamos trabajando por un desarrollo por el bienestar social estamos también conscientes”.
Existe una tendencia mundial que nos lleva a pensar en la ciencia y la tecnología con una dosis de humanismo y compromiso social, que debe ser llevada a las aulas para formar generaciones comprometidas con el desarrollo sostenible.
En la plataforma digital Aprende.mx, la catedrática expuso que las mujeres en las ingenierías constituyen sólo el 29 por ciento de la matricula, pero son el 52 por ciento de las personas que se titulan. Cuando se llega al posgrado, sin embargo, las mujeres representan apenas 34 por ciento.
“Alguien me preguntaba ¿por qué las mujeres ya no llegamos a los posgrados? Porque justo en esas edades ya somos madres de familia”. A partir de su propia experiencia, la académica recordó que fue juzgada por su propia familia porque dejaba a su hija a cargo del padre cuando estaba trabajando en su tesis.
La investigadora valoró el hecho de que existan instituciones que procuran brindar condiciones adecuadas a las mujeres, como aquellas que otorgan permisos para los cuidados o que cuentan con espacios para la lactancia.
“Necesitamos otra cultura tener para tener científicas plenas, tecnólogas, mujeres humanistas del área de la ciencias sociales y artistas, porque también algo que tenemos como muy claro es que las artes le permiten a la capacidad y talento de las personas un desarrollo completo de los dos hemisferios”.
Marina Vicario llamó a maestros y padres a propiciar que las niñas sean creadoras, a que encuentren apoyo para desarrollar sus talentos para las matemáticas, las tecnologías, las ciencias básicas y las humanidades.
Para ello es preciso fomentar sus vocaciones y apoyarlas mediante nuevas pedagogías de corte Maker y STEM.
Apoyar la vocación de las niñas requiere enfrentar muchas resistencias. La investigadora puso como ejemplo su trabajo en escuelas secundarias de zonas marginadas, donde se toparon con la resistencia de directivos -sobre todo varones- para desarrollar proyectos que sólo involucraran a niñas.
“Nos pedían trabajar junto con los varones, pero ahí descubrimos que los ecosistemas que tienen una altísima violencia social se reproducen en el aula”. En presencia de sus compañeros hombres, las niñas se inhibían y no podían expresar sus deseos y emociones a plenitud.
Destacó que era muy alto el nivel de sometimiento al que se exponían las niñas, que no las dejaban hablar, mientras existía una diferencia “brutal” respecto de las escuelas donde sí les permitían trabajar solo con las mujeres.
“Maestros, pongan atención con esto, porque pudiera parecer algo sutil, algo no relevante, pero cuando las niñas viven en un ecosistema con mucha violencia y sometimiento por parte de varones, necesitamos ayudarles a romper ese techo de cristal sin la presencia de sus compañeros”.